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Historia Universal 3° Secundaria
• Los factores sociales y políticos: el sentimiento nacionalista, cada vez más poderoso, impulsó también la
expansión colonial, pues las posesiones acrecentaban el prestigio de un país y eran la confirmación de su
rango de gran potencia. En un sentido más práctico, países como la Gran Bretaña comprendieron que la
supremacía mundial dependía de la económica, y ésta del dominio de las rutas marítimas, para lo que era
vital poseer bases en los principales mares y rutas del planeta. Fue otro motor de la colonización.
• La superioridad técnica de Occidente: para someter a otras naciones no basta el deseo de hacerlo, sino
que hay que poseer los medios para lograrlo. En esta época, Europa poseía armas más poderosas, medios
de transporte más eficaces, acceso más rápido a regiones antes lejanas (gracias, por ejemplo, al canal de
Suez) e incluso medicinas para combatir las enfermedades que inevitablemente se encontrarían en otras
latitudes.
Aunque muchos en la propia Europa consideraban inmoral esta política, había también quienes la justificaban
con argumentos éticos: así, intelectuales como Rudyard Kipling aseguraban que someter a otros pueblos
para civilizarlos era la pesada carga del hombre blanco; las iglesias respaldaron estos planteamientos, y
enviaron a sus misioneros a propagar sus credos entre estas poblaciones.
Formas de colonización
La dominación colonial no siempre revistió las mismas formas. Podía distinguirse tres formas principales de
colonialismo:
En países como China o Japón, relativamente bien organizados, las
naciones de Occidente no derribaron a las autoridades locales, pero les
dictaron tratados desiguales que les permitieran comerciar o invertir en
situación ventajosa. Como todas las potencias tenían interés en estos
estados, era imposible que una sola de ellas estableciese su dominio.
En otros lugares, podía ocurrir que una potencia considerase más
cómodo o rentable hacerse cargo solo de las relaciones exteriores de un
país y asegurar para sí el aprovechamiento de sus recursos, pero
manteniendo a las autoridades locales para que se ocupasen de los
asuntos internos. A esta forma de dominio se le llamó protectorado, y
podemos señalar los casos de Egipto o Marruecos.
Cuando no existían autoridades indígenas o una organización política y
jurídica previa, las metrópolis debían hacerse cargo directamente de la
administración: es lo que habitualmente conocemos como colonias. Fue
la forma más común, por ejemplo, en el África negra.
J
ules Ferry, político francés y uno de los
adalides de la expansión colonial.
Como te darás cuenta, la dominación colonial tenía sus costos, y más de una vez las naciones europeas
vacilaron antes de adquirir una nueva posesión, porque sabían que significaba asumir gastos que a veces no
se compensaban con las ganancias extraídas. Sin embargo, la expansión siguió adelante, siendo sus
principales escenarios Asia, África y el Pacífico.
La expansión en África
Ya desde el siglo XV estados como Portugal habían explorado y establecido su dominio en ciertas regiones de
este continente, siendo por entonces la trata de esclavos el principal objetivo de estas expediciones. En el
siglo XIX en cambio, la expansión del liberalismo dio origen a una corriente de opinión que exigió y obtuvo la
proscripción de la esclavitud, basada en argumentos morales y consideraciones económicas. Sin embargo,
las riquezas que podía albergar el continente le atrajeron de todos modos el interés de las grandes
potencias, y más aún a partir de los viajes de exploración que emprendieron a lo largo de la centuria europeos
como Richard Burton, James Grant o, el más afamado de todos,
David Livingstone; la labor de estos personajes, aunada a la acción
de las sociedades geográficas, favoreció enormemente la
conquista y colonización de los territorios africanos, aunque la
ambición simultánea de las potencias estuvo en más de una
ocasión a punto de producir una guerra.
Para reglamentar entonces las aspiraciones de cada una se
reunieron representantes de todas ellas en la capital de Alemania
en 1885. Esta asamblea ha pasado a la historia como una de las
demostraciones más espectaculares de la supremacía de Europa,
pues en ella se procedió nada más y nada menos que a fijar
unilateralmente las normas que regirían el reparto de todo un
continente.
La conferencia de Berlín. Desde la comodidad de esta
ciudad alemana, las grandes potencias dictaron el futuro
de África, hecho de consecuencias que llegan hasta hoy.
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