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LOS PARTOS AQUÍ SON
                                INTERCULTURALES



                  Año de medicina rural, la incertidumbre me abatía. Entre ansiedad,
               alegría y miedo iniciaba una etapa, llena de muchos retos profesionales en
               un nuevo lugar. Era la primera noche de turno en la emergencia del centro
               de salud; llegué unos minutos antes de la hora de entrada para conocer a
               los compañeros y al lugar de trabajo. Todo parecía normal, aunque sentí
               hostilidad  en  el  ambiente,  ya  que  mi  presencia  causaba  incomodidad,
               aparentemente; sin embargo y como correspondía, me asignaron un con-
               sultorio para recibir pacientes durante la noche. ¡Fue una lista enorme!,
               distribuida en muchas horas y diversas causas: gripe común, dolores de
               cabeza, gastroenteritis de niños e inclusive una sutura; no obstante, jamás
               imaginé que el debut, tan lleno de emociones, también tendría entre sus
               ingredientes a un parto que atender. Despedí de la consulta a una adulta
               mayor, la acompañé a la puerta, situación que daría pie para llamar a la si-
               guiente persona en espera, creyendo que sería una gripe, mi sorpresa fue
               mayor cuando vi una paciente embarazada sentada en la sala de espera,
               en ese momento entendí que el turno iba a ser largo.

                  Como era nuevo, pensé que iba a ayudar a la compañera más experi-
               mentada con el parto; para mi sorpresa la enfermera se me acercó y dijo:
               “Doctor prepárese para la atención del parto, que aquí es intercultural”
               lo cual me dejó absorto y sin saber qué pensar. Por lo tanto, me dirigí
               hacia la sala de partos y encontré una cama a ras de piso, barandales,
               pelotas y una tela colgando desde el techo; me preparé para lo que venía,
               dentro de la incertidumbre, dado que no era a lo que se acostumbra en un
               procedimiento como este.
                  Al entrar a la sala de parto. Observé a la madre, quien vestía un ca-
               misón largo, manchado de secreciones en la basta, tomada de la mano de
               una mujer, que no era enfermera, vestida de follón verde y una blusa de
               flores bordadas. Atónito pregunté a la enfermera: “¿Por qué la materna
               no está vestida adecuadamente?”, “¿Quién es la mujer que la acom-
               paña?” y “¿Por qué visten así?” Sonreída la enfermera me respondió:
               “Así es el parto intercultural, o ¿no sabe doctor?”. Con la mente en
               blanco, y mucha vergüenza, no supe responderle. Entonces, me acerqué
               hacia la paciente y le pedí que por favor se acostara en la cama para
               iniciar el procedimiento; sin embargo, ella muy molesta por el dolor me
               respondió con un grito: “¡Ya dije que voy a dar de pie!”. Nunca había
               atendido un parto de esa manera, y tampoco sabía cómo ubicarme para
               recibir al bebé. Esto no está ni en los libros, ni en las aulas, mucho menos
               en lecturas de cualquier tema relacionado o aprendido.
                  Lleno de susto, pedí de favor a mi compañera de turno que atienda

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