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UNA HISTORIA CON UN FINAL FELIZ
Sucedió hace algunos, y no pocos, meses, durante mi segundo año
como residente en un Hospital Básico. Esa mañana me levanté muy tem-
prano, sin haber dormido mucho, a causa de problemas personales con
un familiar, que me tenían alterado. Además, había llegado de viaje a
las 23h00, entonces el escenario para descansar no fue el mejor, y por
supuesto, el trabajo no espera “cinco minutitos más”.
El sol acompañaba, hace algunos días no había llovido, lo cual presa-
giaba buen clima durante toda la semana, lo que potenciaba mis planes
de paseo por ciertos lugares de la localidad, en el tiempo que me fuera
posible realizarlos. Preparé mi desayuno, terminé la rutina mañanera y a
trabajar, trayecto que realizaba a pie desde el domicilio, a pocas cuadras
de distancia. Al salir me encontré con algunos vecinos, a quienes saludé
atentamente, y más adelante me detuve en la panadería a comprar, para
compartir con los compañeros del turno, puesto que nos turnamos en
aquello para el café de la noche y así aprovechamos el espacio para for-
talecer los lazos de amistad y equipo, entre nosotros, y con el resto del
personal, con una buena conversación.
Se sorprendieron al verme llegar a pie y me preguntaron respecto a si
mi auto habría sufrido algún descompuesto o si algo me había sucedido,
entre otras interrogantes. De manera jocosa les contesté que decidí cam-
biar la rutina ante el notable aumento de peso, lo que provocó que una
de las compañeras me aliente a viva voz a mantener este naciente hábito
saludable de la caminata. “Espero no desistas la próxima semana”, me
dijo y sonrió.
Llegué a la estación de enfermería, aparentemente todo estaba tran-
quilo y se escuchaba una alegre conversación. Saludé y procedí a cam-
biarme de ropa para empezar el pase de visita a los pacientes. Cuando
regresé a la estación de enfermería, le pregunté a mi compañero que salía
de turno, las novedades existentes. “Tenemos dos casos interesantes, ya
te enterarás en un momento” me dijo, y comentó brevemente los casos;
en cuanto llegaron los especialistas, comenzamos la entrega de guardia.
“¿Ya decidió qué especialidad va a seguir?” Me preguntó la licen-
ciada de turno, con relación a una charla mantenida días atrás donde
discutimos sobre las ventajas y desventajas, a mi criterio, de cada espe-
cialidad y las que más me llamaban la atención, siendo dos las que desta-
caban en mi gusto personal. Además, le comenté sobre el trámite iniciado
para estudiar en el extranjero, como parte de las buenas posibilidades
descritas en ese diálogo. Sin embargo, no respondí su pregunta actual,
dado que el pase había iniciado.
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