Page 313 - Libro Medicina 24/7
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familiar, ginecología, pediatría y odontología, quienes gustosos apoyaron   LA INTERNA MALA ESPALDA Y SU PARTO
 la causa, junto con el área de talento humano, respecto a la distribución   EN LA AMBULANCIA
 y estructura de atención. Todo se reforzó con charlas enfocadas en pre-
 vención de salud, dado el hacinamiento, con tópicos como prácticas sa-
 ludables, medidas higiénicas, importancia de las vacunas, transmisión de   ¡¡Un viaje en ambulancia que nunca olvidaré!!
 enfermedades, etc., con el fin de incentivar el cuidado personal, grupal en
 consecuencia, puesto que los cuadros recurrentes, y con alta incidencia,   ¡¡Un turno al sur de la ciudad!!
 eran respiratorios y gastrointestinales.   ¡¡De la sutura al parto!!
 La organización fue eficiente, el equipo se desempeñó bien, cumplién-  Hace varios años, durante el Internado Rotativo de Medicina, reali-
 dose en alto porcentaje la expectativa prevista, lo cual fue reconfortante.   zaba prácticas en un centro de salud; llegué a mi primer turno llena de
 Mencioné a pediatría como área tratada, porque en el lugar había niños,   miedo, pero con muchas ganas de aprender. Aquel día “desfilaron” frente
 menores de cinco años, viviendo con sus madres porque ellas no tenían   a mí decenas de pacientes, al parecer una pelea con cuchillos entre dos
 dónde encargarlos, entonces era importante prepararlas en ese sentido.   pandillas, un par de asaltantes y unos cuantos borrachos agresivos, cau-

 Una tarde de aquellas, en el centro de salud, comentando sobre la   saron que el centro de salud estuviera más concurrido que “discoteca en
 ejecución del proyecto, un compañero me preguntó sobre las causas de   viernes de quincena”.
 mi amabilidad y cortesía con los PPL, al ser delincuentes. A lo que res-  Uno tras otro los heridos fueron tratados, hice tantas suturas aquel día,
 pondí que no me correspondía juzgar sus actos, puesto que hay quienes se   que hasta perdí la cuenta. Cuando terminé de curar a un hombre con una
 encargarán de eso, pero sí atenderlos lo mejor posible, aliviar sus males,   gran herida en la cabeza, una doctora se me acercó y pidió que acompañe
 escucharlos, y apoyarlos, tal como si la situación sucediera en un consul-  a una mujer embarazada, que requería una cesárea urgente, hasta el hos-
 torio particular donde no se cuestiona al paciente sobre la causa que lo   pital más cercano. La ambulancia estaba en una transferencia con otro
 llevó a presentarse ante el médico.   paciente, por lo que se demoró una hora en llegar. Para nosotros era apre-
 Si esa pregunta hubiera sido antes de vivirlo, estoy segura de que mi   miante llegar al hospital, pues la mujer presentaba un parto complicado,
 respuesta hubiera sido distinta, pero luego de ver las dos caras de la mo-  con líquido meconial y ya había empezado a tener contracciones.
 neda, aprendí a mirar otras realidades, y a valorar lo que es importante   Finalmente llegó la ambulancia; sin embargo, la sirena estaba dañada,
 de verdad. Esto formó mi carácter y sobre todo me enseñó, no solo que   por lo que el conductor no pudo acelerar cómo habríamos deseado y a los
 puedo hacer muchas cosas más de las que creía, sino también a ser soli-  quince minutos de iniciado el viaje, la señora gritó del dolor, así como
 daria, empática y cautelosa frente a un paciente. Cada día se aprende algo   las contracciones eran más fuertes. Realicé un tacto vaginal, el bebé des-
 nuevo, y de quien menos se espera.  cendía, estaba por nacer.
                  Le pedí al conductor que buscara una ruta alterna para llegar rápido al
 Autora: Md. Cecibel Bravo  hospital, por lo que se invadió un carril exclusivo y aceleró los motores,
               mientras la señora se quejaba del dolor y yo analizaba cuánto faltaba
               para arribar. ¡La preocupación me invadía! Ya estando cerca, cerquita,
               la señora empezó a pujar y gritó: “¡Se me sale!”; la revisé y el bebé
               estaba coronando, prácticamente naciendo. El miedo me paralizó por un
               segundo, pero algo dentro de mí tomó el mando de todo, y atendí el parto
               porque debido a las condiciones del líquido meconial, era actuar o es-
               perar lo peor.
                  Temblando, le pedí al familiar que me alcance el equipo de parto.
               Acomodé las mantas, las tijeras, e hice maniobras para sacar al bebé,
               quien de a poco salió. Ya en mis manos, completo, lo sequé y aspiré con
               la angustia de que se haya tragado el líquido; afortunadamente, empezó a
               llorar. Al escuchar ese primer llanto de vida, se me inundaron los ojos de
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