Page 43 - Libro Medicina 24/7
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¡Cómo olvidar mi primera transferencia!. Me encontraba a punto de esfuerzo para conseguirlo, ese es mi próximo objetivo: atención a los más
cenar, cerca de las ocho de la noche, cuando recibí una llamada solici- pequeños.
tando mi presencia inmediata en el Centro de Salud para colaborar con Cuando se hace bien el trabajo, sobre todo con amor, dedicando la
la transferencia de un pequeño de 7 años, con antecedentes de discapa- mejor atención al paciente y mostrando empatía, siempre se recibirá de
cidad auditiva y de lenguaje, quien presentaba trauma craneoencefálico, vuelta la más pura y absoluta gratitud, ese es el principio y el fin de la
presunta fractura craneal y un escalpe, producto de un atropellamiento. profesión. Son cualidades que todo médico debe poseer, sin importar los
Dejé todo lo que estaba haciendo y acudí rápidamente al lugar. Ese día, años que lleve ejerciendo la labor.
el centro de salud contaba con una ambulancia provisional sin tanto equi-
pamiento, debido a que la ambulancia oficial estaba en reparación luego Está próximo a ser un año y medio de haberme graduado y sé que
de un choque la semana previa. Además, no existía personal paramédico tengo una carrera por delante, en la que la preparación diaria es funda-
por cuestiones de salud. mental. Reconozco que vendrán muchos más retos y nuevas experiencias
que me harán crecer tanto personal como profesionalmente.
Por lo tanto, fui sola desde la perspectiva médica, acompañada de
un familiar; esto era algo nuevo para mí. El traslado duró una hora y La verdad es que un médico debe estar siempre dispuesto y preparado
media aproximadamente, y mientras transcurría, controlé sus signos vi- para ayudar a quien más lo necesita. La medicina es servicio, humildad y
tales. Con la ayuda de su hermana, quien se comunicaba con él mediante vocación. Somos un instrumento de nuestro creador.
lenguaje de señas, realicé la valoración neurológica, encontrando que el
paciente se encontraba estable.
Autora: Md. Lorena Narváez
La situación parecía controlada, sin embargo, minutos antes de llegar
al hospital, el niño presentó vómito. Alcanzamos a llegar a tiempo para
que reciba la plena atención que demandaba. Una de las lecciones que
me dejó esta experiencia es que siempre se debe estar preparado para
afrontar las situaciones más heterogéneas e insólitas; inclusive, reco-
nocer la importancia de aprender lo básico de otro tipo de lenguaje, en
este caso particular, el de señas. Tres semanas después el chico acudió a
la consulta, para retiro de puntos, en perfecto estado de salud.
Ver a un paciente íntegramente recuperado es la satisfacción más
grande que un médico puede sentir.
Otro momento inolvidable, corresponde a la primera vez que recibí
un recién nacido. Lo había vivido en el año de internado, pero el reto de
hacerlo sola por primera vez, con todos los sentimientos provocados y
sin la guía de un jefe, especialista o tratante resultó en una experiencia
sublime, basada en la absoluta y personal responsabilidad de poner en
práctica el conocimiento recibido durante tantos años, de la mano del
manejo emocional lo mejor posible.
Así mismo, una noche en el área de emergencia atendí a una niña de
3 años con un cuadro de otitis media. Hubo dificultad en el proceso, pues
ella al principio no quiso colaborar. Sin embargo, encontré la manera de
llamar su atención y cooperó hasta el final de la revisión, manteniendo
la calma para manejar la situación. Al entregar a los padres las indica-
ciones, la madre con una sonrisa en el rostro me dijo palabras que jamás
olvidaré: “Doctora usted debería hacerse pediatra, muchísimas gracias
por toda su ayuda y sobre todo por su paciencia”. Desde ese instante me
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