Page 58 - Libro Medicina 24/7
P. 58

nadie le importaba— relataba mi padre en el trayecto.                                     sultó ser un viaje muy largo, las lágrimas incontenibles una vez más bro-
                                                                                                      taron de sus ojos. Le dije, yo también convencido:
               Un nuevo día y nada cambió. Mi padre desesperado solicitó informa-
            ción al médico tratante, la cual con actitud déspota le respondió: —Sigue                   —Los doctores son malos—
            en observación, es posible que sea una exageración del paciente. A mi                       Años pasaron, mi padre vivía en otro país y lo veía una vez al año.
            parecer no tiene nada, pero continuará en observación y veremos qué                       Yo cursaba el último tiempo del bachillerato, y la pregunta sobre qué
            pasa mañana. —
                                                                                                      estudiar en la universidad se volvió recurrente en mi cotidianidad. Varias
               Tercer día y el suplicio siguió. Misma escena, lugar y actores. Miró a                 respuestas surgían: ¿Ingeniería? ¿Derecho? ¿Medicina? No, medicina no,
            su hermano demacrado, adolorido, pálido y sin respuesta. La doctora se                    a mi padre no le gustaría.
            le acercó y le dijo:
                                                                                                        Como sucede en esos casos, investigué en qué consistía cada carrera,
                —No sabemos lo que tiene,  pero hay que operar y veremos qué                          y de pronto me vi envuelto en mucha información y videos sobre lo gra-
            sucede—                                                                                   tificante que significaba ser médico: Salvar vidas, ayudar a la gente, etc.
                                                                                                      La respuesta se había revelado definitivamente: vocación.
               —¿Operar?, ¿Pero de qué? Contestó mi padre angustiado y contra-
            riado —                                                                                     Una noche en casa, junto a mi madre, le hice la misma pregunta:
               —Ya le dije que no sabemos— respondió la doctora con el habitual                         — Mamá ¿Los médicos son buenos o malos?
            tono desafiante.                                                                            — Que te puedo decir hijo, como todo en la vida hay gente buena y

               Enredado en llanto mi padre acudió a la farmacia más cercana a com-                    gente mala—
            prar los implementos solicitados por la doctora, necesarios para la cirugía                 — Pero a mi tío lo mataron, ¿Verdad? —
            inminente. Tres interminables horas pasaron. La doctora salió enfurecida
            y con paso apresurado.                                                                      — Sí hijo fue por negligencia, pero en cambio a ti, otro doctor te salvó
                                                                                                      la vida—
               —¿Cómo está mi hermano?, ¿Ya se sabe qué tiene? —
                                                                                                        — ¿Me salvó la vida?, ¿Cómo? —
               —Lo más probable  es  que  no  sobreviva,  tiene  todos  los  órganos
            contaminados—                                                                               En aquella época, mi madre acudió a control prenatal del tercer tri-
                                                                                                      mestre de su embarazo. Al llegar al hospital un médico joven le dijo que
               —Doctora por favor, espere, pero ¿qué tiene?, me lo llevaré a otro                     había algo raro en el ultrasonido y que tendría que internarla de inmediato,
            hospital—                                                                                 a lo que ella joven y rebelde se opuso fervientemente, contestándole:
               —Mire señor, si usted hace eso, la que perderá el montepío será su                       —Yo volveré cuando tenga dolores, ahora no me quedaré. Aún faltan
            cuñada, no usted. No hay nada que hacer, así que traiga a la esposa y los                 cuatro semanas—
            hijos para que se despidan—
                                                                                                        El doctor insistió y no la dejó salir, porque el bebé estaba, posible-
               Devastado, sin respuesta ni diagnóstico, mi padre entró a despedirse                   mente, en riesgo, lo cual resultó cierto. Tuve circular de cordón y no hubo
            de su hermano.
                                                                                                      tiempo de inducir el parto, puesto que yo estaba muriendo. Se inició el
               —¿Cómo estás? —                                                                        proceso de emergencia y una hora después nací por cesárea, gracias a la
                                                                                                      perseverancia de un buen doctor que sí sabía honrar la profesión: salvar
               —No tan bien— respondió, y añadió — hermano pase lo que pase
            cuida a mi familia por favor—                                                             vidas.
               Mi padre contuvo las lagrimas, le dio el último abrazo y le dijo que                     — Entonces no todos son malos—
            todo estaría bien.                                                                          — No hijo —
               Esa tarde, mi padre al fin pudo llevarse a su hermano, pero dentro de                    — Mamá, quiero estudiar medicina, quiero demostrarle a mi padre
            un ataúd y no como había querido dos días atrás.                                          que no todos son malos—
               Mientras me lo contaba, como respuesta a mi pregunta, en el que re-                      Aún recuerdo el día en que dije eso, y cuando le conté a mi padre

              58                                      Regreso al Indice                               Regreso al Indice                                      59
   53   54   55   56   57   58   59   60   61   62   63