Page 34 - Historias de los jueves
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llevaba tres años y medio haciendo ese recorrido diariamente, pero hacía seis meses que lo hacía él solo. Durante esos seis meses pensaba lo sola que la iba a dejar cuando se reuniese con Sara.
Entonces caviló que le quedaba todavía algo que hacer. ¿A quién le regalaría su silla? ¿Quién sería capaz de pintar sus patas cuando éstas se descascarillasen? No le venía a la mente nadie, quizás era porque apenas conocía a los otros residentes, ya que esos años que había estado con Sara no necesitó más compañía, y los seis meses restantes de su convivencia allí no se había sentido con fuerzas para hablar con nadie. Siguió buscando al mejor candidato. ¿Quién era el que más necesitado estaba de una buena amistad? Se dio cuenta de que su mejor opción era él mismo. «Si todas esas cosas puede dar mi silla sin el más mínimo esfuerzo, ¿por qué tengo tanta prisa por reunirme con Sara?». Aspiró hondo, sonrió y se dijo en voz alta: «Mejor lo pensare mañana, ya que hasta allí creo que llegaré».
[Ángela García — 34]
































































































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