Page 82 - Historias de los jueves
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Por la mañana podían ir a la playa, si hacía bueno y si estaba nublado siempre había algo que hacer en casa, o se iban a algún pueblo vecino en el que sabían que habría mercado. Si había llovido iban a buscar caracoles para su sobrina, que le gustaban mucho y los preparaba muy bien, y que ellos comerían en casa de ella, porque también les gustaban mucho a ellos.
En agosto venía su hija Esther con su marido y los niños.
Allí se juntaban tres generaciones y aunque era pequeño, pues solo tenía dos habitaciones, el salón grande, donde hacían la vida, y una cocina tan minúscula que solo cabía la que cocinaba. Eran días muy felices.
El salón tenía una terraza grande desde donde veían la playa y el puerto a la derecha, y a la izquierda Santoña. Tenían un jardín con dos piscinas, una pista de tenis y un pequeño campo de fútbol, porque eran dos bloques y había muchos niños.
Como los padres trabajaban en julio, los niños veraneaban con ellos. En agosto se reunían por fin todos.
Un fin de semana de julio, cuando iban de camino a verles, tuvieron un accidente, el coche cayó por un pequeño terraplén, dando dos vueltas de campana; ella quedó atrapada bajo el peso del coche. No pudo salir con vida. Él pudo salir solo del coche, que quedó destrozado, con heridas y magullado, pero vivo.
Aquello fue, era su única hija y solo tenía 37 años. Era matrona, trabajaba en el Hospital.
Dejó una niña con 7 años y el niño con 5. Toda la familia les apoyaron. Por la mañana venía la chica que tenían hacía
[Mertxe Santamarina — 82]