Page 112 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar



               Para terminar el retrato de mi padre, quiero relatar con detalle su muerte (que fue
            bastante particular). En la pagina anterior, se puede ver el recordatorio que se envió,
            para el acompañamiento de su sepelio.


               Era el 1 de julio de 1983, corrían las 11:50 de la noche, celebrábamos con toda la
            familia González, el cumpleaños de la tía Helena, en su casa del barrio Modelo Norte,
            todos escuchábamos tangos grabados años atrás por el tío Eduardo (esposo de la tía
            Helena) y el tío Humberto (hermano de la tía Helena), yo acababa de llegar de traba-
            jar en un bazar (en esa época era promotor de Coca-Cola), me tome un trago con el y
            le dije: “Papi, nos vamos para la casa porque tengo que madrugar a trabajar”  (debía
            atender un bazar-bingo y la compañía no permitía que uno llegara enguayabado ni tras-
            nochado) El preocupado, porque acababa de salir del baño de vomitar, se  sentó y nos
            dijo a mi mami y a mi, Yaneth mi hermana, no estaba, ya que se había ido temprano,
            debido a su avanzado estado de embarazo.


               Mi  padre  me  dijo:  “Mijo...!  póngame  la  mano  en  el  corazón  porque  me  siento
            agitado”, efectivamente así lo hicimos y ese corazón andaba a mil. Nos miramos con mi
            madre y como con el había que negociar las salidas de las fiestas, sino se emberracaba
            y se ponía necio, ya que cuando estaba bien tomado, empezaba: “No me empujen...” O
            decía: “Yo me voy de aquí, hasta que la dueña o el dueño de casa me eche”, entonces
            imagínese usted, el camello que era para sacarlo.


               Entonces mi negociación con el fue: “Hagamos una cosa, nos tomamos este aguar-
            diente, el de pirnos... Chin-chin...Salud... Y nos vamos...! Vale...?”, Me miró, miró a mi
            madre, los miro a todos, cogió la copa y dijo vale... Va Pa...emborra...” En ese momento
            lanzo un grito de dolor, se llevo las manos al corazón y se desplomo. Yo era cadete de
            la cruz roja, miembro del grupo de rescate de la defensa civil, mi madre era enfermera,
            pero todos nos quedamos paralizados, a mi se me olvido todo. Inmediatamente la fiesta
            se convirtió en tragedia y caos.


               Los que si reaccionaron rápida y coherentemente, fueron Óscar Isidro y Jorge Ro-
            mero (hermano y esposo de mi madrina de bautizo), yo reaccione, y sacamos a mi pa-
            dre, para trasladarlo a una droguería o cajanal, donde el estaba afiliado. En la casa se
            quedaron tranquilizando a mi madre, nosotros nos dirigimos en el Renault 4 de Jorge
            Romero, quien iba manejando estilo ambulancia. Óscar Isidro lo cogió de la parte de
            arriba del cuerpo, constantemente diciéndole: “Resiste tío Jorge... Resiste... Ya vamos
            a llegar... Tu eres un berraco...!


               Yo lo cogí para subirlo al carro de los pies, lo empuje de la planta de los pies, (ahí me
            di cuenta que había muerto), ya que por los callos que tenia, los pies eran precisamente
            la parte intocable de su cuerpo, y les confieso algo...? A mi me pasa lo mismo, sin em-
            bargo, los tres manteníamos la esperanza y nos dábamos animo, esperando que con
            la atención en cajanal, lo iban a revivir.




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