Page 23 - Edición Marzo Mes de la Mujer - Mandrágora
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En la Feria Internacional del Libro en Quito, 2015, me escapé de la custodia de mis amigos
y pareja. Todos cuidaban que no probara esa primera copa. Y la probé. Me dio ganas de
fumar polvo y salí impulsado por fuerzas tenebrosas a la Calama y Amazonas. Compré un
paquete a una negra simpática. Simpática no iba a ser la aventura, nunca es simpático pasear
en el infierno con hienas y lobos. De cualquier manera se sale mordido. Infierno congelado.
Fumar polvo es cortarse la yugular con navajas invisibles. Es odiarse. Es tenerte rencor a ti
mismo. Un colombiano se acercó. Parce fume acá. Estaba jalando en un portal, a la vista de
los viandantes. Luego apareció en la multitud fumadora, Norma, Ojos Claros. Como tenía
plata en abundancia y energía en abundancia y adición en abundancia, fuimos a un sótano en
La Marín. Y me enamoré. De su acento, de su cuerpo, de su manera de fumar y besar. Era
como enamorarse de la muerte. Me pasó humo de boca a boca. Acompañado de negros almas
negras, drogadictos infames, hubiera muerto ahí, con placidez. El colombiano tatuajes en la
oreja y la frente (estrellas de un David Satánico) con un gesto de mano me llamó aparte. Vea
parce. Norma está enganchada con usted. Parchela. A tres cuadras hay un hotel. Chantaje
vivito. En el taxi Norma Ojos Claros me confiesa: Vamos a otro hotel, en éste te van a asaltar.
Hotel Babilonia. Ella y una desnudez flaquísima, parecía una prisionera de guerra. Su nariz
fina, nariz de mujer bella y rota. Sus dientes ennegrecidos de cisco, ceniza y malas noches, su
vagina alerta y con mucha vitalidad para brindar. Era una belleza drogadicta. Me pidió
bañarse sola. Una estrategia para aumentar la libido, mi arrechera. Pero nunca volveré a ver
esa hermosa, única, combinación de fiereza y decencia femenina. Era un milagro. Cuando
fumaba polvo no se me paraba la pinga. Solo contrataba prostitutas para que me acompañaran
y fingir virilidad .Pero con ella fue la gloria. Sentí sus ojos claros y su gemir claro y sus
pezones claros. Amaneció y pedí en recepción un desayuno continental. Y continental era su
hambre. Salimos a caminar y a beber. Me sentí un gánster, un tipo poderoso. En la tercera
noche de jodienda Norma Ojos Claros se pasó de currincho y pepas. Con la punta de una una
botella hirió a un negro batracio. Todos fuimos al retén policial. Mi pareja pagó la fianza. Al
año siguiente leí en la crónica roja que en la Calama y Amazonas un negro batracio había
matado a puñaladas a Norma Ojos Claros. Le pedí que se cuidara.
Fue en La Feria Internacional Del Libro Quito,2015.
A estas Ferias no siempre van los mejores.
Pedro Gil
Comunidad Terapéutica
Volver a vivir, Manta La Parcera