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RASSINIER : La mentira de Ulises
partido posible de las viejas. Y todo en forma análoga.
En el terreno del trabajo, el campo se ha convertido en una verdadera empresa de
sabotaje. Las primeras materias no llegan más al túnel, se trabaja a marcha lenta. Es invierno.
Resulta inútil pedir cristales para reemplazar a los rotos: no hay, pero cualquier detenido se
busca uno clandestinamente en el túnel. Tampoco hay pintura para tapar los agujeros en los
bloques: el jefe de bloque que tiene necesidad de ella la hace robar en un depósito Zavatsky
por uno de sus protegidos. Un día falta hilo eléctrico
[123] para la construcción de las V1 y V2: cada uno de los presos del túnel ha robado un
metro para hacerse cordones de zapatos. Otro día, hay que instalar una vía suplementaria de
ferrocarril. Por lo menos desde hace un año, están allí las traviesas necesarias, apiladas en las
proximidades de la estación. La S.S.-Führung cree que siguen allí y da por fin la orden de
construir la vía, ya que no se puede hacer otra cosa: entonces se descubre que las traviesas han
desaparecido y una encuesta revela que al entrar el invierno los civiles las han hecho serrar una
a una por los presos y se las han llevado poco a poco en su mochila para paliar las deficiencias
de las raciones de calefacción que no se distribuyen más porque no llegan. Se imponen
algunas sanciones, se piden traviesas y unos días después se reciben giróscopos.
En el túnel, son innumerables los actos de sabotaje. La S.S. ha tardado meses en
descubrir que los rusos inutilizaban gran número de V1 y V2 orinando en el instrumental
radioeléctrico. Los rusos, maestros en el pillaje son también maestros del sabotaje y además
testarudos: nada les detiene, también suministran ellos el mayor contingente de ahorcados. Lo
suministran por una razón suplementaria: ¡creen haber logrado poner a punto una técnica de la
evasión!...
Muy pocos presos han tenido la idea de evadirse de Dora, y todos los que lo intentaron
fueron encontrados nuevamente por los perros. Generalmente, se les colgaba al volver al
campo, no por tentativa de evasión sine por crimen de guerra, pues era muy raro que no se
pudiese poner a su cuenta un robo cualquiera cometido en alguno de los lugares por los que
habían pasado...
El sabotaje parece haber ganado las esferas más elevadas: las V1 y V2, antes de ser
utilizadas, deben probarse, y las "fallidas" son enviadas a Harzungen para desmontarlas y
examinarlas. En Harzungen, pues, se las desmonta, y se ponen las diferentes piezas en un
embalaje ad hoc que se reexpide a Dora donde se las vuelve a montar en la misma manera. Así
hay una treintena de V1 y V2 que no dejan de ser montadas y desmontadas y de ir y venir de
un lado para otro entre Harzungen, Dora y el lugar de ensayo.
La propia dirección de Dora está a la vez desbordada y desorientada. A la entrada del
túnel, en Dora, hay una especie de almacén donde se recogen todas las piezas inutilizables:
tuercas, pernos, láminas de chapa, tornillos de todas las clases, etc. Un comando especial para
trabajos ligeros está encargado de escoger
[124] todas estas piezas y de colocarlas por clases: en una caja se ponen los pernos, en otra los
tornillos, en la tercera los trozos de chapa. Cuando todas las cajas están llenas, el Kapo da la
orden de ir a vaciarlas desordenadamente en un vagón. Cuando el vagón está lleno, es
enganchado a un tren, parte hacia un destino desconocido, dos días después va a parar a la
entrada de Ellrich, donde se le ha remitido para ser descargado y clasificado. El comando
encargado de este trabajo transporta en carretilla hasta el almacén de Dora las piezas que
clasifica y las vacía allí en desorden. También hay pues toda una porción de desechos que no
dejan de ser seriamente clasificados en los dos extremos del túnel.
Así, de incidentes en incidentes, de bombardeos en escaseces de la alimentación, de
complots virtuales en sabotajes y en colgamientos, esperamos la liberación.
Todo este período, lo he vivido yo como ordenanza del Oberscharführer que manda la
compañía de perros: fácil trabajo consistente en dur lustre a sus butas, cepillar sus trajes, hacer
la cama, tener la habitación y la oficina en un estado de meticulosa limpieza, ir a buscar sus
comidas a la cantina de la S.S. Todas las mañanas, hacia las ocho, termino mi servicio. El
resto lo paso charlando a derecha e izquierda, calentándome en el rincón de la lumbre, leyendo
periódicos o escuchando la radio. El cocinero de la S.S., en cada comida, al mismo tiempo
que me da la sopa de mi patrón me da subrepticiamente un tanto para mí. Por añadidura, los
treinta de la S.S. que ocupan el bloque me emplean de vez en cuando en pequeños trabajos,
me hacen lavar sus platos, alustrar sus botas, barrer las habitaciones, etc. En cambio, ellos me
dan sus sobras que subo todas las noches para los camaradas. Una buena vida.
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