Page 65 - Rassinier Paul La mentira de Ulises
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RASSINIER : La mentira de Ulises
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-- Ja, sicher... Drei, vier Tage ( )
Hay risas. El pasa sin preocuparse del efecto producido en el interesado por su
respuesta. Llega a la última cama, abandona la sala; se acabó, no se le volverá a ver más
durante el día: hasta mañana.
A las 9, distribución de medicamentos. Esto va muy de prisa. Los medicamentos son
el reposo o la dieta – de vez en cuando una tableta de aspirina o de piramidón concedidas muy
parcamente.
A las 11, la sopa. El Pfleger y el Kalfaktor comen opíparamente, se sirven de cada
dieta y distribuyen el resto entre los enfermos: esto no es grave, queda bastante para asegurar
una mediana ración reglamentaria a todos, incluso para dar un pequeño suplemento a los
amigos.
Por la tarde, se duerme la siesta hasta las 16, después de lo cual siguen su curso las
conversaciones hasta la toma de temperatura y el apagamiento de las luces. Sólo son
interrompidas cuando, al pasar bajo nuestras ventanas, retienen especialmente nuestra atención
las largas filas de cadáveres que lleva la gente del Totenkommando al crematorio.
Algunos favorecidos, entre los que estoy, reciben paquetes: están un poco más
desvalijados que en el campo porque pasan por un intermediario más antes de llegar al
destinatario. El tabaco que contienen no es entregado: se deposita en la entrada, pero los
Pfleger son complacientes y, mediante una razonable retribución, un reparto equitativo,
también se puede recibir el tabaco y ser autorizado a fumar a escondidas. Por el mismo
procedimiento, repartiendo el resto, se logra del Pfleger que prepare fraudulentamente las
temperaturas y se prolonga la estancia de uno en la enfermería.
En verano, se duerme la siesta al aire libre, bajo las hayas: los comandos que trabajan
en el interior del campo nos miran con envidia y tememos en igual proporción la hora del
restablecimiento que nos devolverá junto a ellos.
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* * *
En octubre de 1944, sólo se admite muy raramente a los diarreicos en la enfermería:
todas las tardes se presentan en el bloque 16, se les sacia de carbón vegetal y se les despide.
Suele suceder que el mal pasa. También suele suceder que persista más allá de los ocho días
calculados, que se complique con una fiebre cualquiera, y entonces, son hospitalizados en la
medida que lo permitan las conjeturas de todo tipo.
Están reunidos en el bloque 17, sala 8, en la que el Pfleger es el ruso Iván, que dice ser
"Dozent" de la Facultad de Medicina de Charkov, y el Kalfaktor, el polaco Stadjeck. La sala
8 es el infierno de la enfermería: todos los días suministra dos, tres o cuatro cadáveres al
crematorio.
Para todo diarreico que entra, el médico ordena, además del carbón, un régimen de
dieta vigilada: comer muy poco, de ser posible nada, y ninguna bebida. Aconseja a Iván no
dar nada el primer día y repartir al día siguiente un litro de sopa en dos o tres veces, y así
progresivamente, hasta que el retorno a la ración completa viene determinado por la
desaparición del mal. Pero Iván considera que es Pfleger para cuidarse él y no a los enfermos:
en todo caso, seguir los consejos es un trabajo muy penoso para él, y fuera de lugar en un
campo de concentración; juzga más sencillo aplicar la dieta absoluta, repartirse con Stadjeck
las raciones de los enfermos, nutrirse abundantemente de ellas y comerciar con el resto. Los
desdichados no comen pues nada, absolutamente nada: al tercer día, salvo pocas excepciones,
se encuentran en tal estado que no pueden levantarse más y hacen sus necesidades por debajo,
pues Stadjeck tiene otras casas que hacer antes de llevarles el bacín cuando lo piden. Desde
entonces están condenados a muerte.
Stadjeck se pone a vigilar más especialmente la cama del desdichado al que acaba de
rehusar el bacín. De pronto siente el olor y entra el furor. Empieza por administrar una fuerte
paliza al delincuente, después le saca de su lecho, le empuja al lavabo contiguo, y allí, una
buena ducha muy fría, pues la enfermería debe permanecer limpia y a los enfermos que no
quieren lavarse es necesario que se les lave... Luego, desatándose en imprecaciones, Stadjeck
se lleva la sábana y la manta de la cama y cambia el jergón: el enfermo, apenas se ha recostado
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Sí, seguramente... En tres o cuatro días.
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