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Por fin el túnel estuvo terminado. Era muy largo, y la boca de entrada estaba en el
salón principal de la casa. Estaba tapada con una trampilla y cubierta con una alfombra
costosísima.
Ya casi hacía un año que los pandavas residían en Varanavata. Purochana pensó
que era ya el momento apropiado para el atentado, pues creía que se había ganado
la confianza de ellos. El minero le dijo a Yudhishthira que Purochana había planeado
prender fuego a la casa en la noche del día catorceavo, coincidiendo con la Luna nueva;
cuando la oscuridad lo envuelve todo. Yudhishthira le dijo a Bhima:
—Bhima, Purochana ha decidido incendiar la casa dentro de unos días. Ha llegado
el momento de preparar nuestra huida. Tenemos que hacer que seis personas ocupen
nuestro lugar en esa noche, para que parezca que el atentado ha tenido éxito. Purochana
también arderá, porque seremos nosotros quienes prenderemos fuego a la casa para
luego escapar a través del túnel.
Al día siguiente, Kunti convocó una fiesta para dar de comer a todos los pobres de
la ciudad. Había una mujer perteneciente a la estirpe nishada, que solía venir a tener
relaciones con Purochana y Kunti lo sabía. Esta mujer vino también a la fiesta y Kunti se
mostró muy complaciente con ella, por lo que ella pensó que había conseguido ganarse
la amistad de la reina. Esta mujer tenía cinco hijos que también habían venido con ella.
Todos ellos junto con la madre bebieron hasta emborracharse completamente. Estaban
tan borrachos que la mujer y sus cinco hijos se quedaron a dormir en el palacio aquella
noche, ocupando las camas de los príncipes y de la reina. Purochana también estaba
totalmente borracho. Así pues, había siete personas durmiendo aquella noche en la
mansión.
Ya más adentrada la noche, los pandavas decidieron emprender la huida y rápida-
mente hicieron los preparativos en completo silencio. Kunti y cuatro de los pandavas
entraron primero en el túnel, mientras que Bhima, con una antorcha encendida en su
mano, fue de un lado a otro de la casa prendiendo fuego a las cortinas y demás materi-
ales inflamables colocados en lugares estratégicos; él sabía dónde habían colocado las
jarras conteniendo aceite y mantequilla. Se dirigió luego a la habitación donde estaba
durmiendo Purochana sumido en el estupor de la borrachera y prendió fuego allí tam-
bién. La casa ya había comenzado a arder por lo cual se apresuró a entrar en el túnel.
Levantó la trampilla de entrada y ni siquiera se preocupó de cerrarla, pues sabía que
los escombros cubrirían luego la entrada y parte del túnel, impidiendo así que la gente
supiese que los pandavas habían podido escapar a través de él.
La ciudad entera se despertó con el crujiente ruido de la casa en llamas. Luego,
cuando la casa se derrumbó, se produjo un terrible estruendo, pero nadie podía acercarse
para intentar rescatar a los príncipes, pues la zanja que rodeaba la mansión resultaba
infranqueable. Todos estaban allí de pie observando cómo la casa ardía sin poder hacer