Page 224 - Mahabharata
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                   Vidura dijo:

                   —Oí todo esto de camino al bosque de Kamyaka, donde están ahora.
                   La narración de Vidura había acabado. Como había dicho Maitreya, esta historia que
               indicaba el poder de Bhima, hizo que el rey se quedara pensativo y temeroso.


                                                        Capítulo III
                                           EL JURAMENTO DE KRISHNA


                     RISHNA fue al bosque de Kamyaka a ver a los pandavas. Con él fueron: Dhrish-
               K tadyumna, Dhrishtaketu, el rey de los chedis y los hermanos Kekaya, famosos en
               el mundo entero por su bravura. Con Krishna fueron todos los héroes de la casa de
               los Vrishnis. Estaban conmovidos, al ver la condición de los pandavas y de su reina.
               Después de que todos se hubieran sentado alrededor de Yudhisthira, Krishna dijo:

                   —La tierra está sedienta de sangre y ella será quien se beberá la sangre de esos
               pecadores: Duryodhana, Radheya, Sakuni y Dussasana. Al igual que todos nosotros,
               los reyes del mundo entero están sorprendidos por lo que ha ocurrido. Yudhisthira, no
               tienes que quedarte en el bosque sólo porque ellos te lo han pedido. No fue un juego
               limpio, ni tampoco fue correcto de su parte imponerte esta condición. Pongámonos todos
               en marcha contra la ciudad de Hastinapura. He traído conmigo a mi ejército y también lo
               han hecho estos héroes. Toda la región de Bharatavarsha está de vuestro lado. Podemos
               vencer a los kurus fácilmente.

                   Yudhisthira dijo:
                   —No, Krishna. He hecho algo mal y este exilio es mi expiación por ello. Tengo que
               pasar por esto y conmigo también mis hermanos y mi amada reina. Inevitablemente
               tendré que sufrir por lo que hice. Daría cualquier cosa por retroceder al pasado y
               enmendarlo. Pero no puedo. El destino es inexorable, tengo que sufrir por mis acciones.
               El gran Vyasa me predijo esta desafortunada etapa cuando estaba en Indraprastha. Por
               favor perdóname Krishna, pero tengo que rehusar tu ofrecimiento.

                   Luego Yudhisthira se sentó en silencio. Krishna estaba terriblemente enfadado con
               los kurus. Estaba tan airado como Rudra (Shiva) en la época de la destrucción de los
               asuras. Arjuna trató de pacificar a su querido amigo y suavizar la expresión de enfado
               que afeaba la encantadora cara de Krishna. Krishna le dijo a Yudhisthira:
                   Tu vida y la mía están atadas la una a la otra. Tú eres mío y yo soy tuyo. Nos
               pertenecemos el uno al otro. Nadie te puede separar de mí. Aquellos que te aman, son
               los que me aman a mí y tus enemigos son los míos. No descansaré hasta que destruya a
               mis enemigos. Si no ahora, dado que te inclinas por seguir las condiciones al pie de la
               letra, perecerán más adelante. Pero eso es sólo cuestión de tiempo. Haré que esta tierra
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