Page 229 - Mahabharata
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3. En el bosque 209
de la pasividad de Yudhisthira. Si Draupadi hubiera cooperado habría sido más fácil,
pero era tan temperamental como Bhima. Yudhisthira se encontraba feliz en el bosque.
Pero los demás estaban muy lejos de experimentar algo que pudiera llamarse felicidad.
Capítulo V
BHIMA, DRAUPADI Y YUDHISTHIRA
N día, por la tarde, estaban todos sentados en el porche frontal de su refugio, y
U Draupadi observando la escena dio rienda suelta a su dolor y le dijo a Yudhisthira:
—Mi señor, me rompe el corazón verte en estos parajes, cuando pienso en el palacio
donde vivías y te veo en este lugar donde ahora vives, cuando pienso en aquellas camas
mullidas a las que estabas acostumbrado, y te veo ahora dormir sobre estos lechos de
paja, ¿cómo puedo dejar de llorar? Allí en el palacio estabas rodeado de reyes; parecías
Indra escoltado por los dioses menores. Y aquí te veo rodeado de rishis, incluso tú mismo
pareces un sanyasin. Cuando recuerdo tus brazos perfumados con esencias de sándalo,
que yo misma preparaba con mis manos; ahora al verles cubiertos de polvo y cenizas, las
lágrimas ciegan mis ojos. Piensa en las suaves sedas blancas que acostumbrabas llevar, y
fíjate en esta corteza de árbol toscamente labrada que llevas puesta. Cuando miro a tus
hermanos, mi dolor se hace aún más intenso: mi señor, mira a Bhima sentado bajo ese
árbol con la mirada perdida en el espacio. Su cuerpo ha perdido peso y está más delgado
porque no puede comer estas raíces y frutos del bosque. No termina de acostumbrarse a
esto. Parece perdido. ¿Cómo va a ser feliz aquí? No puedo soportar verle cuando vuelve
después de vagar por los campos cercanos recolectando granos que crecen salvajes. Está
deseoso de marchar hacia esa odiosa ciudad de Hastinapura y matarlos a todos. Sólo
está esperando tu consentimiento. ¡Fíjate en Arjuna, mi señor!: el bravo pandava, a quien
nadie puede igualar en el mundo entero, obsérvale sentado a solas, arrojando guijarros
al lago. Así se pasa horas enteras, contemplando el agua y las ondas que se forman sobre
su superficie. ¿Puede haber algo más patético que esto? ¡Fíjate allí, mi señor! Observa a
los hermosos hijos de Madri y mira la canasta de frutos que llevan. ¿Es ésta una tarea
propia de expertos guerreros? ¿Es éste el futuro que su madre soñó para ellos mientras
entraba felizmente a la pira funeraria? Afortunada fue su madre e igualmente vuestro
padre Pandu porque no vivieron para ver caer esta desgracia sobre los grandes héroes
pandavas. Mi corazón arde contemplando esta escena. Pero tú, a pesar de todo, puedes
sonreír. Eres el kshatrya más extraño que he conocido. Te he estado observando desde
que vinimos aquí. No pareces estar preocupado en absoluto por los problemas que nos
han sobrevenido. Mi cuerpo arde día y noche de ira y humillación, pero tú, parece que
no estás afectado en absoluto. Un kshatrya que no manifiesta su furia, no es en absoluto
un kshatrya. Tú crees mucho en la virtud de la paciencia, pero, mi señor, la paciencia mal