Page 313 - Mahabharata
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4. Virata 293
—Creo que sería mejor que te fueras a los aposentos de la reina; tus maridos saben
todo lo que ha ocurrido hasta ahora y sin duda estarán enfadados. No han salido a
tu rescate porque quizá piensen que el momento no es oportuno. No está bien que te
enfades con ellos, porque no se apresuraron a ayudarte. Tus maridos creen que no es
el momento de enfadarse, por favor, sé paciente. Llegará el momento en que se acaben
todas tus preocupaciones. No han intervenido porque no quieren interrumpir las largas
penitencias que han estado realizando en los últimos años, en cuyo caso resultarían
inútiles; no quieren hacerlas de nuevo. Esperan que cooperes con ellos y soportes esta
situación durante quince días más. Luego, podrás abandonar esta ciudad y dirigirte a
tus maridos. Para entonces ellos estarán libres de hacer lo que te plazca. Tú sabes que
están sometidos por una maldición. La maldición acabará dentro de una quincena.
Draupadi no pudo moverse de allí. Yudhisthira, de nuevo, le dijo:
—El rey Virata es un hombre justo, no es correcto que le consideres injusto. Lloras
demasiado en la presencia de los hombres, eso no es modestia; ve a los aposentos del
palacio. Tu comportamiento es tan exagerado como el de una actriz, no deberías quedarte
aquí demasiado tiempo.
Draupadi se sintió profundamente herida por la palabra « actriz ». Miró a Yudhisthira
con los ojos ardiendo y le dijo:
—Tienes razón, hombre sabio, me llamas actriz y tienes toda la razón para decirlo;
pero deja que te diga algo: por ser mi primer marido un adicto al juego de dados, mis
otros maridos tienen que ser unos cobardes por su culpa.
Draupadi echó su pelo hacia atrás quitándoselo de su rostro y se puso bien sus
vestiduras. Luego, se alejó de la corte con una expresión enfurecida, después de lanzar
una mirada de fuego a todos en general y en particular a Yudhisthira. Los pandavas, que
estaban listos a entregar su vida por su causa, tuvieron que permanecer en silencio y
mantener ocultas su bravura y su ira, ya que tenían que evitar que fueran descubiertas
sus identidades.
Capítulo X
BHIMA Y SAIRANDHRI
RAUPADI volvió a sus aposentos y se bañó, dando rienda suelta a su llanto. Solloz-
D aba como si su corazón se fuera a romper. Sudeshna fue hacia ella y se sentó a su
lado. Le dijo:
—¿Por qué lloras así? ¿Qué te hace tan infeliz? Draupadi estaba enfadada con ella y
le contestó:
—Me mandaste al palacio de tu querido hermano sabiendo lo que iba a ocurrir, y
ahora me preguntas por qué estoy llorando. —Draupadi no habló durante largo tiempo