Page 260 - Confesiones de un ganster economico
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las posibilidades, tomemos conciencia, y pasemos luego a la acción.
Sin embargo, este libro no pretende ser una prescripción. Es una confesión, ni más
ni menos. La confesión de uno que permitió que hicieran de él un peón, un gángster
económico. Uno que se acomodó con un sistema corrupto por las numerosas ventajas
que le ofrecía, y porque la contemporización era fácil de justificar. Uno que no podía
alegar ignorancia y que siempre halló pretextos para excusar su afán de lucro, la
explotación de las gentes desesperadas, el expolio del planeta. Uno que aprovechó a
fondo el hecho de haber nacido en el seno de una de las sociedades más prósperas que
haya conocido la historia, al tiempo que se compadecía de sí mismo porque sus padres
no lo colocaron directamente en la cima de la pirámide. Uno que hizo caso de sus
profesores, leyó los libros de texto sobre el desarrollo económico, y luego siguió el
ejemplo de otros hombres y mujeres que legitiman cualquier acto que promueva el
imperio global, aunque redunde en matanzas, genocidios y destrucción
medioambiental. Uno que entrenó a otros para que siguieran sus pasos. Esta es mi
confesión.
Quien me haya seguido hasta aquí, da a entender con ello que ha conectado con mi
confesión en algún plano personal, y que tenemos mucho en común. Tal vez
habremos recorrido caminos diferentes, pero hemos conducido vehículos similares,
consumido los mismos combustibles, y comido en establecimientos pertenecientes a
las mismas corporaciones.
Ahora le toca a usted. Todo el mundo necesita hacer su confesión. Cuando tenga
claro quién es, qué puesto desempeña en este momento histórico, por qué ha hecho lo
que ha hecho —acciones elogiables, y otras que no lo serán tanto—, y adonde quiere ir,
experimentará una inmediata sensación de alivio que puede llegar a rayar en la euforia.
Se me puede creer si digo que escribir este libro ha sido para mí una experiencia
profundamente emotiva, y muchas veces dolorosa y hasta humillante. He pasado más
miedo que en ningún otro trance de mi vida. Pero me ha permitido conocer un alivio
que no había experimentado antes. Un verdadero éxtasis, no tengo palabras para
describirlo de otra manera.
Plantéese estas preguntas: ¿Qué es lo que necesito confesar? ¿De qué maneras he
engañado a todos, a mí mismo tanto como a los demás? ¿Dónde he contemporizado?
¿Por qué he permitido que me absorbiera un sistema, según me consta, desequilibrado?
¿Qué haré para asegurarme de que nuestros hijos, y los hijos de todos se hallarán en
condiciones de realizar el sueño de nuestros Padres Fundadores, el suelo de la vida, la
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