Page 39 - Arquitectos del engaño
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La base real de la masonería era una meritocracia despiadada, una especie de sociedad, que sólo se
        consigue con la ayuda de méritos y documentos. Esto implica subversión en todas las sociedades estáticas
        basadas en una jerarquía tradicional, según el historiador estadounidense James H. Billington.
               Durante  el  siglo  XVIII,  las  reuniones  de  las  logias  normalmente  se  llevaban  a  cabo  en  cámaras
        privadas en posadas o tabernas, donde los miembros se reunían alrededor de una larga mesa.
               Se  hizo  evidente  que  el  nuevo  modelo  de  masonería  suponía  una  amenaza  política  para  el  orden
        tradicional. Las reuniones de las logias en los Países Bajos fueron prohibidas en 1.735, ya que había salido a
        la  luz  la  información  de  que  los  hermanos  masónicos  estaban  secretamente  implicados  en  la  actividad
        política. En 1.738, el Papa Clemente XII prohibió la actividad de los masones en todos los países católicos,
        como Francia y Polonia. Pertenecer a los masones era un crimen atroz, según la bula papal In Eminenti.
               La Emperatriz de Austria, María Teresa, cerró todas las logias en 1.742, incluso la que su marido
        Franz era miembro. Pero ya era demasiado tarde, porque en aquellos momentos la francmasonería había
        logrado  una  posición  en  la  que  ya  no  podía  ser  controlada.  Sus  miembros  eran  demasiados  y  eran  muy
        influyentes.  Judíos  ricos  extremistas  que  eran  miembros  de  diferentes  logias  y  apoyaban  sus  actividades
        tenían acceso a enormes fondos, que las potencias mundanas no podían ignorar.
               Algunos  masones  no  pudieron  afrontar  la  maldad  de  los  rituales  que  habían  llevado  a  cabo  y
        abandonaron  la  orden.  Un  antiguo  gran  maestro,  que  también  era  uno  de  los  principales  financieros  de
        Londres, dio a Martin Short este aterrador testimonio, que relata en su libro "Dentro de la Hermandad : Más
        secretos de los masones" (Londres, 1.990, p. 124-126):
               "Me hice masón en 1.970, pero incluso cuando estaba en el primer grado del ritual tuve dudas. Se me
        hacía  raro  hacer  ese  horrible  juramento  sobre  la  Biblia  mientras  contra  mi  pecho  izquierdo  desnudo
        empujaban con fuerza la afilada punta de un compás. Aunque se me hacía más extraño que se me dijera que
        sellara  este  juramento  besando  la  Biblia  y  entonces  con  la  cara  empujando  el  compás  y  la  escuadra  que
        descansaban sobre sus páginas abiertas. Fue justo después cuando me di cuenta que el compás y la escuadra
        estaban alineados en forma de vesica piscis y que toda la ceremonia tenía connotaciones sexuales.
               A pesar de mi malestar pasé los tres grados artesanales sólo en tres reuniones. Durante el tercer grado
        ritual  los  diáconos  me  tiraron  al  suelo  y  me  envolvieron  en  un  sudario:  una  sábana  negra  bordada  con
        cráneos y huesos cruzados blancos. Me dijeron que me quedara quieto como si estuviera muerto, hasta que
        me levantasen por los pies y el Maestro de la Logia aplicara la pinza del Maestro Masón.
               Mientras estaba allí de repente sentí la imponente presencia del mal. Yo antes nunca conscientemente
        había pensado en el mal, ni mucho menos lo había sentido, pero ahora mi cerebro daba bandazos. Sentí un
        dolor penetrante en el cráneo, como el peor dolor de cabeza que te puedas imaginar. Aún así, continué con la
        ceremonia y me convertí en un Maestro Masón.
               El  punzante  dolor  de  cabeza  siguió  volviendo,  no  sólo  en  las  noches  de  logia,  sino  cada  noche
        durante más de diez años. En ningún lugar sufrí ataques peores que en mi habitación, así que adquirí el
        hábito compulsivo de poner un par de calcetines en forma de cruz en el suelo al lado de mi cama antes de
        poder  llegar  a  dormir.  No  sé  si  mi  mujer  lo  vio  nunca.  Supongo  que  estaba  intentando  rechazar  el  mal,
        aunque en ese momento no razonaba nunca de esta manera.
               Asistí a mi Logia Masónica durante siete años y entonces dimití. Más tarde me di cuenta que este
        periodo  coincidió  exactamente  con  los  años  en  los  que  sufrí  constantes  enfermedades:  mononucleosis,
        faringitis crónica, hemorragias espontáneas y cáncer de piel maligno. Yo mismo podía haberme inducido
        estas condiciones. Lo supongo, pero el cáncer de piel supera con creces los poderes psicosomáticos de la
        mayoría de la gente. Pero ahora tomo constantemente Valium y píldoras para dormir. También me he visto
        afectado por una neuralgia aguda del trigémino: una parálisis facial, similar a los efectos de un anestésico
        dental, pero que no desaparece. Un anestésico dental también evita el dolor, pero este lo causaba: tanto, que
        a veces la agonía me hacía gritar.
               En 1.980 estuve a punto de suicidarme. Un domingo, estando muy deprimido, fui a mi parroquia y
        me sentí impulsado a comulgar. Cuando llegué a la barandilla pedí perdón y pedí que se me alimentara con
        el Pan de la Vida. No recuerdo haber tomado los sacramentos, pero cuando llegué a casa mi familia dijo que
        me brillaba la cara. Unos meses más tarde me di cuenta, que ese mismo día, de repente dejé de tomar todas
        aquellas píldoras.
               Suena cursi, lo sé, pero había 'encontrado a Dios'. Me volví un cristiano comprometido y hablé con
        grupos  de  todo  el  país,  pero  aún  estaba  atormentado,  como  me  di  cuenta  durante  una  reunión  en
        Peterborough.  El  presidente  me  ofreció  orar  por  cualquiera  de  los  presentes  que  estuviera  en  peligro.
        Alguien se adelantó desesperadamente pidiendo ayuda, pero yo no tenía ninguna experiencia en este tipo de
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