Page 50 - Arquitectos del engaño
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herramientas para determinar las órbitas planetarias y el paso del tiempo. Los egipcios tenían un calendario
        cuidadosamente calculado.
               Para los faraones era importante erigir obeliscos gigantes, ya que esta era una manera de controlar las
        ideas de la gente y conseguir puntos de vista estáticos (trance de consenso). De esta manera los obeliscos
        ayudaban  al  faraón  a  conservar  el  poder  sobre  el  pueblo  egipcio.  Los  súbditos  del  faraón  trataban  a  los
        obeliscos con admiración, como correspondía a un símbolo de poder.
               Así el obelisco masónico tiene su origen en el antiguo Egipto, donde simbolizaba al Dios sol. El
        obelisco fue el principal símbolo del culto a Osiris, que representaba la energía masculina - el falo. El culto
        al falo es una parte muy importante de la masonería (como lo demuestran los obeliscos por todo el mundo).
        Osiris  era  el  más  venerado  de  los  dioses  de  Egipto.  Como  rey  Osiris  retornó  a  los  egipcios  a  su  estado
        natural, les dio leyes y enseñó a cultivar los cultivos. Osiris prohibía el canibalismo. Abogaba por la piedad,
        la salud y el bien común. Isis enseñó a los egipcios a cultivar cereales, el lino y la seda y a hilar, a tejer y a
        coser su propia ropa. Enseñó a sus súbditos a utilizar hierbas para curar enfermedades.
               El hermano de Osiris, Seth (llamado Tifón por los griegos), dios del desierto, conspiró contra él junto
        con 72 más. Seth como un buitre atrajo a Osiris hacia un ataúd, una vez le tuvo dentro cerró la tapa, la clavó,
        la selló con plomo fundido y la tiró al Nilo. Esto ocurrió cuando el sol estaba en el signo de Escorpión.
               Después Isis dio a luz a un hijo, Horus, fuera, en los humedales. Por este motivo los masones se
        denominan a sí mismos como los "hijos de la viuda". Buto, la diosa del Norte, intentó proteger al chico, pero
        un día le picó un escorpión. Entonces Isis pidió a Ra, Dios del sol, que la ayudara. El dios la escuchó y envió
        a Thoth para que le enseñara un conjuro, que volvería a la vida a su hijo.
               Mientras  tanto,  el  ataúd  que  contenía  el  cuerpo  de  Osiris  había  estado  flotando  río  abajo  y  había
        llegado hasta al mar. Finalmente llegó a tierra firme en Byblos en la costa de Siria. Alrededor del ataúd
        creció un hermoso árbol. Al rey de aquellas tierras le gustó el árbol e hizo un pilar, que puso en su casa, pero
        él no sabía que dentro del árbol estaba el ataúd de Osiris. Pero Isis fue informada de esto. Ella preguntó por
        el pilar y se sacó el ataúd. Isis lo abrió, entonces lo dejó allí al lado y fue a ver a su hijo Horus, al que habían
        llevado a la ciudad de Buto.
               Seth encontró el ataúd, reconoció el cuerpo e hizo catorce trozos, que tiró por todo el mundo. Isis
        navegó por los humedales arriba y abajo en un barco de papiro y buscó los trozos de Osiris. Enterraba cada
        pieza allí donde la encontraba. También enterraba una imagen de él en cada ciudad, para que la verdadera
        tumba de Osiris no se pudiera encontrar nunca.
               Pero los peces se habían comido los genitales de Osiris. En su lugar, Isis hizo una imagen y esta
        imagen fue utilizada por los egipcios en sus celebraciones.
               Anubis,  el  dios  con  cabeza  de  chacal,  Isis,  Nephtis,  Thoth  y  Horus  volvieron  a  juntar  el  cuerpo
        desgarrado del dios y le devolvieron la vida, y después de eso gobernó como rey de los muertos en el otro
        mundo (G. Sir James Frazer, profesor de antropología social en Cambridge, "La rama dorada: Un estudio de
        religión comparativa", Londres, 1.890, reimpreso en 1.981).
               Esta es la razón por la que los masones adoran el número 13 - el número de partes que se encontraron
        del  cuerpo  de  Osiris.  Pretenden  cortar  a  la  humanidad  espiritualmente  de  la  misma  manera.  El  Obelisco
        simboliza el falo de Osiris, que se perdió.
               Parece ser que los obeliscos han sido asociados con el sacrificio desde el principio, por ejemplo en el
        templo del sol de Niusseras en Abu Sir, donde junto al obelisco se encontró un altar, con surcos en la piedra
        para la sangre de los sacrificios (Iorwerth Eiddon Stephen Edwards, "Las pirámides del antiguo Egipto",
        Londres, 1.947, p. 134).
               En muchos países ha sido una tradición sacrificar humanos o animales con el fin de enterrarlos bajo
        los  cimientos  de  las  casas,  los  monumentos.  El  rey  Mindon  construyó  el  Palacio  Real  de  Mandalay,
        Birmania, en 1.857 sobre los huesos de los muertos. Más de 50 hombres y mujeres fueron sacrificados y
        enterrados bajo el palacio. Bajo el trono fueron enterrados cuatro.
               En Galam, actualmente Ghana, en África occidental, un chico y una chica fueron enterrados en el
        siglo XIX a las puertas de la ciudad para hacerla impenetrable.
               También en Europa se han utilizado sacrificios fundacionales. En 1.844 se emparedó a una mujer en
        la  pared  del  castillo  de  Nieder-Mander-Scheid  en  Prusia  (Bernard  E.  Jones,  "Guía  y  compendio  de  los
        francmasones", Londres, 1.950).
               En  la  capilla  de  Rosslyn  hay  una  columna  llamada  el  Pilar  del  Aprendiz.  Según  la  leyenda,  un
        aprendiz fue enterrado vivo allí. La explicación masónica es simple. Por supuesto, el aprendiz murió como
        aprendiz mientras se hacían las obras, ya que se convirtió en maestro. En la catedral de Gloucester hay un
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