Page 97 - Arquitectos del engaño
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La noche del 10 de marzo de 1.945 más de 300 bombarderos B 29 dejaron caer 1.700 toneladas de
napalm y bombas incendiarias sobre Tokio. Murieron más de 100.000 personas, la tripulación de los últimos
aviones podían percibir el olor de carne humana quemada. Estos bombardeos fueron designados como "más
eficaces", en relación con los asesinatos por avión, que la tormenta sobre Dresden del 13 al 15 de febrero de
ese año. Aquello fue una barbaridad, una absurda destrucción militar de la ciudad con 800 bombarderos. Se
lanzaron 3.900 toneladas de bombas. Al menos 250.000 personas perdieron la vida (Askania Annual, abril de
1.985). Un documento oficial de la ciudad de Dresden, con fecha 31 de julio de 1.992, cifra el dato probable
de muertos entre 250.000 y 300.000. La cifra citada a menudo en los medios de comunicación políticamente
correctos de 35.000 sólo hace referencia a las víctimas identificados poco después. La mayoría de éstas
estaban, sin embargo, tan gravemente quemadas que no fue posible su identificación.
Dresde era una de las ciudades más bellas de Alemania con una enorme cantidad de arte y tesoros
culturales de los siglos XVI y XVII. Quemaron la ciudad durante toda una semana entera. De las 28.410
casas de la ciudad interior de Dresde, 24.866 fueron destruidas. Fue totalmente destruida una superficie de
15 kilómetros cuadrados: 14.000 hombres, 72 escuelas, 22 hospitales, 19 iglesias, 5 teatros, 50 bancos y
compañías de seguros, 31 almacenes, 31 grandes hoteles y 62 edificios de la administración. También fueron
destruidas partes de la muralla. Este acto de maldad también había sido planeado con mucha antelación. En
Dresde vivían aproximadamente un millón de personas. Al menos un tercio de los habitantes eran
refugiados.
También había planes para derribar todos los edificios históricos y monumentos de Bamberg con el
pretexto de que la ciudad bávara era un nudo ferroviario. A primera hora de la mañana del 22 de febrero de
1.945, 500 bombarderos americanos despegaron de sus bases del sur de Inglaterra. Pero algo protegía la
catedral y el monasterio ese día en particular. La densa niebla y una visibilidad cero hizo que sólo dos de las
tres divisiones llegaran a Bamberg. Los bombarderos tenían dificultad para localizar el ferrocarril y los 300
bombarderos gigantes mayoritariamente atacaron huertos y tierras de cultivo vacías. La tercera división
despegó y en cambio atacó las poblaciones vecinas de Schwenningen y Villingen. Menos del diez por ciento
de Bamberg fue atacado. En comparación con el 98% de Nuremberg que fue destruido el 2 de enero de
1.945.
En toda Alemania se arrasaron 19 ciudades principales, entre ellos Hamburgo, Colonia, Essen,
Dortmund, Düsseldorf, Hannover, Mannheim, Wuppertal y Aachen. Además, otras 26 estaban muy dañadas.
Los historiadores británicos, Sir Charles Webster y Noble Frankland, afirmaron en su trabajo "La ofensiva
aérea estrategia contra Alemania 1.939-1.945" (Londres, 1.961) que como mínimo 600.000 civiles, adultos y
niños fueron sacrificados durante el bombardeo de loco terror y furiosa destrucción de la Gran Bretaña. A
ello hay que añadir las bajas de muchos más civiles que resultaron gravemente heridos y mutilados. El
primer ministro Winston Churchill que era un alcohólico crónico estaba personalmente detrás del terror. En
gran medida se basó en su asesor de aviación, el inmigrante judío y profesor de Oxford Frederic Alexander
Lindemann (nombrado caballero Lord Cherwell), que planeó el terrorífico bombardeo británico contra la
población alemana. Nunca fue acusado de crímenes de guerra, a pesar de que sus cálculos sobre el resultado
que prometió estaban totalmente equivocados. El 8 de julio de 1.940, Churchill escribió que contra los
alemanes era necesario "un ataque exterminador absolutamente devastador, los bombarderos más pesados
sobre la patria Nazi..." (Geoffrey Wheatcroft, The Spectator, 29 de septiembre de 1.979). Dichos Webster y
Frankland eran de la opinión de que el juicio de la historia sería devastador con esta malvada acción.
Los Estados Unidos ocuparon Japón hasta 1.952. El presidente Bill Clinton dijo en una conferencia
de prensa en 1.995, que no había ninguna razón para pedir disculpas a Japón por los dos bombardeos
nucleares.
El acuerdo de Yalta prescribía una división política del extremo Oriente, después de la rendición de
los japoneses. Wall Street quería una división que en el futuro pudiera ocasionar posibles conflictos
armados. Durante la conferencia de Teherán en otoño de 1.943, se sugirió que la Unión Soviética iba a
participar en la guerra contra Japón. No había ninguna necesidad lógica o militar para ello teniendo en
cuenta que la primera bomba nuclear estaba casi a punto, se esperaba que en medio año.
El presidente Franklin Delano Roosevelt describía el tono entre los aliados en Yalta como "familiar",
al mismo tiempo sabía exactamente qué representaba el comunismo. No era ingenuo ni estúpido. Declaró:
"En todas las épocas, pero ahora más que nunca, el mundo ha estado gobernado sobre todo por las
sociedades secretas."