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Conclusiones
                  La inteligencia artificial ha sido un invento que los seres humanos solo habían idealizado,
                  algo que solo existiría en nuestra imaginación o en una película de ciencia ficción. Con el
                  tiempo, el hombre empezó a realizar diversos estudios para construir máquinas similares
                  a ellos; máquinas que, del mismo modo que los humanos, pudieran acatar indicaciones y
                  ejecutarlas. Maquinas que tuvieran capacidad y tendieran a desarrollar una conciencia.
                  Posterior a muchos años de intenso trabajo se consiguieron realizar las “primeras
                  máquinas” que, aunque alejadas del propósito de imitar al hombre, realizaban actividades
                  que un ser humano podría hacer. Esto simplificó la vida cotidiana e impulsó a seguir
                  creando herramientas que facilitaran el trabajo manual. Principalmente, se buscó que
                  cálculos matemáticos complicados pudieran ser resueltos en cuestión de segundos; pero
                  a medida que la tecnología fue volviéndose más común, las necesidades empezaron a
                  variar. Ya no solo era resolver grandes cálculos matemáticos: podían llegar a variar desde
                  hacer operaciones simples como el pago de impuestos, hasta elaborar mensajes sin
                  necesidad de escribirlos a puño y letra.

                  Con la fusión de la tecnología en otros campos, tales como la química o la biología, el
                  horizonte de las capacidades de éstos aparatos se fue ampliando. Es aquí donde se
                  retoma la idea de crear una máquina; que, a imagen y semejanza del ser humano,
                  pudiera tener un pensamiento por sí sola, que no tuviera que ser guiada por comandos,
                  que fuera razonable, que fuera independiente y si era posible, que sintiera justo como un
                  humano lo hace.

                  Cabe aclarar que, aunque enigmáticos, los resultados no han sido completamente
                  satisfactorios. Aunque alrededor del mundo se estén haciendo estudios sobre cómo
                  conseguirlo, hasta el momento no se ha logrado que la inteligencia artificial este dotada
                  de inteligencia emocional.

                  Considero que; a pesar de los infructuosos intentos de querer crear un sistema
                  computarizado de alto nivel que sea libre de expresarse, tomar decisiones por sí mismo,
                  aprender de sus errores o que llegue a tener sentimientos; es necesario seguir realizando
                  estudios. Me parece interesante el tener un futuro donde la relación “humano-robot” sea
                  posible.
                  Pero no hay que olvidar que, lo único que nos puede distinguir como especie superior es
                  el hecho de tener raciocinio, y si otro organismo pudiera tener las mismas capacidades
                  que nosotros, representaría un peligro para el ser humano como especie.

                  El ser humano, es único e irrepetible. El crear máquinas que nos pueden remplazar no
                  suena como una idea alejada. Es por eso que debemos poner ante todo el cuidado y la
                  preservación de la vida humana.














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                  Gerardo Felipe González Díaz Garzón
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