Page 12 - MANOA VR Escenarios Inmersivos
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1.2 ¿Cómo hacemos lo que hacemos?
Mi vínculo con “La Farsa” va más allá del ejercicio musical. Es una apuesta por
construir una identidad artística auténtica y situada. La experiencia compartida en
la agrupación me ha permitido reconocer que no basta con “sonar bien”; es necesario
crear una propuesta estética coherente, capaz de comunicar nuestras inquietudes, inte-
reses y formas de estar en el mundo.
Este deseo de ir más allá nace del reconocimiento de que la música (en nuestro
caso), no es solo un lenguaje sonoro, sino una forma de sensibilizar y comunicar lo que
está mal en la sociedad. Es una forma de narrar nuestras historias, de exponer nuestras
falencias, nuestras aventuras, nuestras contradicciones... etc. Como lo plantea Ranciére
(2014), el arte tiene el poder de redistribuir lo sensible, es decir, de reorganizar lo que
puede ser visto, dicho o sentido en un determinado contexto. Nuestra apuesta estética,
entonces, busca visibilizar cuerpos, lenguajes y realidades que no suelen tener cabida en
los escenarios legitimados por la industria cultural.
En ese camino, descubrimos que nuestra música era también una posibilidad
para explorar estéticas, teatralidades y atmósferas. Mi formación actoral y la de varios
de los integrantes se convirtió en un recurso para expandir las posibilidades de expre-
sión del grupo. Esta convergencia entre teatro y música se enlaza con lo que Schechner
(2000) denomina performance expandida, una noción que rompe los límites entre dis-
ciplinas y propone pensar la escena como un territorio híbrido, mutable y en constante
reinvención.
Nuestra apuesta creativa se articula con el deseo de habitar la escena como un
lugar de resistencia festiva, de crítica gozosa, de rebeldía estética. Nos inspiramos en el
“SKA” y su espíritu contestatario, en el Jazz como lenguaje de libertad y en la teatrali-
dad como forma de habitar el presente. Esta mezcla de referentes nos permite construir
un universo propio, donde el espectador no solo escucha, sino que entra en una narrati-
va sensorial, política y emocional.
Desde la investigación-creación, esta búsqueda estética se convierte en un acto
reflexivo: no se trata solo de “hacer cosas bellas”, sino de preguntarse por qué, para qué
y con quién se hace. Estoy de acuerdo con Eisner (2002) cuando afirma que el arte no
solo comunica lo que ya se sabe, sino que ayuda a pensar lo que no sabíamos que sabía-
mos, y eso es precisamente lo que me moviliza a seguir creando con La Farsa.

