Page 21 - revista FINAL
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Sin querer, queriendo
A pesar del profundo rechazo de los españoles por esta bebida y sus nocivos efectos, fueron ellos
quienes le incorporaron a la receta el uso de miel de caña para endulzarla, mientras combatían
su consumo entre los indígenas que habitaban la capital y atiborraban las “chicherías” que
proliferaron en Bogotá -fáciles de instalar gracias a la popularidad de la receta y bajos costos
de fabricación de la antigua bebida ceremonial-. Prohibida en diferentes épocas por la Real
Audiencia, varios arzobispos, ministros y concejales de Bogotá, la chicha estuvo en el centro
de las reuniones de las clases populares y, ataviados con ruanas y alpargatas, los habitantes
del altiplano cundiboyacense siguieron reuniéndose y emborrachándose con ella.
La entrada al mercado colombiano de la cerveza demostró el poderío de las antiguas tradiciones
de los beodos criollos y la bebida alemana tardó casi 30 años en vencer a la chicha -con la
ayuda y el empujoncito que le diera la Ley 34 de 1948 que prohibió la fabricación de chicha-.
Viva hasta nuestros días
Sin embargo, la chicha siguió fabricándose en ámbitos
privados y vendiéndose en un mercado ilegal que se encargó
de mantenerla viva hasta el siglo XXI y, justamente en 2001,
una experta en el tema compartió sus secretos con los
espectadores de la TV pública en un capítulo de la serie
“La vida es bella”. La receta de la chicha que Leopoldina
Toscano mantuvo viva es parte del patrimonio cultural de los
colombianos que se conserva en el archivo Señal Memoria de
RTVC, Sistema de Medios Públicos.
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CHICHA