Page 255 - La importancia de las plantas medicinales
P. 255
Contribuciones de la biodiversidad al
bienestar humano y la autonomía
a personas que han irrumpido en territorios sagrados como lagunas, montañas,
páramos y bosques sin los debidos rituales y comportamientos (Portela 2002).
En la comunidad afrocolombiana de Nuquí, se considera que existen espíritus
que al hacerse visibles a ciertas personas, les pueden molestar y ocasionar
ataques de pánico; a estos espíritus es costumbre ahuyentarlos con loción de
romero, sahumerios preparados con plantas, riegos en las casas y oraciones.
Para los nuquiseños la tunda es un espíritu que camina en el monte bravo a
media noche, cuando se hace visible a las per- sonas puede robar su sombra y
enfermar; para su tratamiento se usa la hierba de la tunda y hierba de duende,
siendo ésta última considerada similar a los cabellos de la tunda. La tunda o el
tundo es una entidad concebida por los afrocolombianos del Pacífico
vallecaucano, como una situación en la que el cuerpo de una mujer es robado por
un espíritu del monte llamado tunda o el de un hombre por un tundo; es tratada
por los curanderos con el uso de algunas plantas (Zuluaga 2003). En el río
Anchicayá los afrodescendientes reconocen el espíritu de la “madre agua” por
ahogar las personas en los ríos, el curandero es quien le apacigua dentro del
territorio y para su manejo se precisa el uso de la hoja de chucha (Zuluaga 2003).
Para los coconuco de Puracé, Cauca la madre agua es un es- píritu que ejerce
dominio sobre ríos, lagunas y peces, avisa a las personas cuando deben
abstenerse de pescar, ya que puede producirles sudoración fría y escalofríos
(Faust 1988). En la Sierra Nevada del Cocuy, Boyacá el “mal de agua” es
considerado un padecimiento de carácter frío y su causa se atribuye al “susto”
originado al encontrar remolinos en los ríos, se puede manifestar por alte-
raciones del ciclo menstrual en las mujeres (Faust 1990). También en la Sierra
Nevada del Cocuy, Boyacá el tucutucu se define como una clase de “susto” que
se manifiesta por insomnio, diarrea e inapetencia, contraído tras un encuentro
con diversos espíritus, entre los que se menciona el mohán, “el cojo” o espíritu
antropófago de un solo pie, las lloronas o madres que con ojos ardientes lloran