Page 57 - Relats curts memòria històrica definitiu
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Barcelona en el siglo XX
Era un fin de semana de verano como cualquier otro. Hacía un día
espléndido mientras mi abuela y la suya salían de su tienda de
barrio. Se acercaba la hora de comer y ya era hora de volver a casa
para preparar la comida.
Mientras caminaban por las bellas calles de Barcelona de camino a
su hogar, se escuchaban unos fuertes gritos de un grupo de gente a
lo lejos de la Rambla. Cada vez esos chillidos se fueron convirtiendo
más bien en palabras en forma de protesta. Cuando se percataron
del significado de los chillidos ya era demasiado tarde. Eran de un
grupo de manifestantes que estaban siendo perseguidos por los
“grises”. Desafortunadamente, acorralaron a los reclamantes a unos
pocos metros de ellas dos. Los oficiales de la ley se acercaban
lentamente a los manifestantes y lo peor ocurrió. Comenzaron a
pegarles con las porras sin ningún remordimiento. Mi abuela al ver
tal atrocidad comenzó a llorar sin parar y mi tatarabuela de
inmediato le cogió por su brazo y comenzaron a correr. Unos
minutos después llegaron a su domicilio y se sentaron junto a la
chimenea para hablar sobre ello.
Mi tatarabuela mintió a mi abuela. Le dijo que esas personas eran
un grupo de bandidos que acababan de destrozar varias tiendas.
Posteriormente mi abuela tenía muchas dudas al respecto, pero mi
tatarabuela para protegerla le prohibió hablar del tema. Durante
muchos años mi abuela fue protegida por una mentira.