Page 59 - Relats curts memòria històrica definitiu
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Aquella dictadura estalinista
Era una fría noche de invierno en Pyatigorsk, Rusia. Había nieve,
familias celebrando la Navidad, niños jugando en trineo y abriendo
regalos… Entre todos los niños de ese pueblo tan reluciente,
destacaba mi abuela, Ludmila Fokina. Ella era una niña
encantadora y simpática, ayudaba a cualquiera que lo necesitase y
siempre luchó por sus derechos ya que Rusia siempre ha sido un país
muy racista y machista. Como era habitual, en aquella noche de
postal navideña, Ludmila estaba volviendo del colegio en lo que allí
llaman marshuti. Al llegar a casa, lo único que notó fue un enorme
silencio, raro ya que cuando llegaba a casa después de estudiar
siempre había una buena vibración y risas entre sus padres. Pero era
una chica lista, y sabía que sus padres estaban en contra de Stalin y
fue de inmediato a casa de unos amigos de sus padres, estaban
llorando porque no sabían cómo decirle a mi abuela que se los
llevaron porque habían descubierto que estaban en contra. Algo
húmedo empezó a caer por su mejilla, una lágrima, dos... Empezó a
llorar sin saber qué hacer, le dijeron que se quedase en esa casa,
hasta que tuviesen noticias.
Pasaron los días y seguía sin recibir noticias de sus padres; ya asimiló
lo que venía después. Los amigos con los que se había quedado
durante los primeros días de la desaparición de sus padres, la
acogieron. Desde ese entonces, mi abuela no sabe qué pasó ni qué fue
de ellos. Sin embargo, aparte de mis bisabuelos, 1,4 millones personas
fueron asesinadas o fusiladas por motivos políticos por Stalin.