Page 134 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  do; nuestra misma amistad plantea aquí una pequeña dificultad
                  que ni siquiera la ciencia médica ni la costumbre pueden sobre
                  pasar. Lo mejor será que te diga exactamente lo que sucedió,
                  dejándote en libertad para que saques, dentro de ciertas medi
                  das, tus propias conclusiones. Luego te diré lo que he hecho y lo
                  que me propongo hacer.
                         "Encontré a la señorita Westenra con bastantes buenos
                  ánimos. Su madre estaba presente, y en pocos segundos me
                  percaté de que estaba tratando por todos los medios de engañar
                  a su madre, y evitarle de esa manera ansiedades. No tengo
                  ninguna duda de que adivina, en caso de que no lo sepa, que
                  hay necesidad de tener cautela. Comimos solos, y como nos
                  esforzamos por parecer alegres, obtuvimos, como una especie
                  de recompensa por nuestros esfuerzos, cierta alegría real, entre
                  nosotros. Entonces, la señora Westenra se retiró a descansar, y
                  Lucy se quedó conmigo. Fuimos a su boudoir, y hasta que lle
                  gamos ahí su reserva no se modificó, pues los sirvientes iban y
                  venían.
                         Sin embargo, tan pronto como se cerró la puerta, la
                  máscara cayó de su rostro y se hundió en un sillón dando un
                  gran suspiro y escondiendo sus ojos con la mano.
                         Cuando yo vi que su animosidad había fallado, me apro
                  veché inmediatamente de su reacción para hacer un diagnóstico.
                  Me dijo muy dulcemente:
                         "No puedo decirle a usted cuánto detesto tener que ha
                  blarle acerca de mi persona.
                         "Yo le recordé que las confidencias de un doctor eran
                  sagradas, pero que tú estabas verdaderamente muy ansioso por
                  ella. Ella captó inmediatamente el significado de mis palabras, y
                  arregló todo el asunto con un par de palabras.
                         "Dígale a Arthur cualquier cosa que usted crea conve
                  niente. ¡Yo no me preocupo por mí misma, sino por él!

                         "Por lo tanto, tengo libertad de hablar.
                         "Fácilmente pude darme cuenta de que le hace falta un
                  poco de sangre, pero no pude ver los síntomas típicos de la
                  anemia, y por una casualidad tuve de hecho la oportunidad de
                  probar la cualidad de su sangre, pues al abrir una ventana que
                  estaba remachada, un cordón se rompió y ella se cortó ligera
                  mente la mano con el vidrio quebrado. En sí mismo fue un hecho




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