Page 233 - Velasco y la independencia nacional
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Del Estado Soberano de 1968 al Estado Subsidiario del Bicentenario • Jorge Perazzo
 “Tikrashami hunu makanakuypi kasha”, “volveré y seré mi- llones”, había dicho el gran curaca andino, y con Velasco las aguas del Perú empezaron a correr por ese cauce.
  2. Los años de la dignidad
El proceso revolucionario de Velasco Alvarado solo duró 7 años, de 1968 a 1975. Fue una primavera libertaria, una re- volución de los peruanos hasta ahora muy recordada. La revolución expropia las tierras a la oligarquía, promueve la asociatividad productiva y social que se extendió también a la urbe y a las fábricas, y erige a Túpac Amaru como ícono del proceso revolucionario haciendo justicia con los campe- sinos, levantando su autoestima y recuperando la dignidad para millones de peruanos.
 La dignidad, es decir, el orgullo de ser lo que somos, de gobernarnos por nosotros mismos, sin subyugarnos ante na- die, ocupó los primeros titulares, como cuando la selección nacional de futbol gana un partido clave que lo clasifica. Si en algo quedó graficado el nuevo espíritu que la revolución peruana trajo, fue en el gesto del 9 de octubre de 1968. Ese acto de la toma de la Brea y Pariñas era la recuperación del petróleo de Talara usurpado por los yanquis, y fue marcado como el Día de la Dignidad Nacional porque era mucho más que el acto de recuperar el petróleo. Era recuperar la auto- estima nacional, que en ese momento el pueblo peruano la alcanzó al máximo.
 Vino luego la reforma agraria con la “tierra para los que la trabajan” en 1969, lo que convirtió la dignidad nacional en una fuerza anímica fundamental de los peruanos. Cobró más fuerza aun cuando se reivindicó el quechua como len- gua oficial. Cada nueva medida del gobierno revolucionario potenciaba este sentimiento, y se generalizaba en todas las
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