Page 257 - Velasco y la independencia nacional
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Velasco en la Conciencia Juvenil: Huellas, Memorias y Lenguajes • Erick Tejada Sánchez
no se resuelve en modo alguno con la estrecha fórmula bina- ria de “democracia o dictadura”, que se ventila en algunos quioscos como infalible plantilla universal. La realidad exce- de casi siempre las ficciones reduccionistas de la propagan- da y la pereza analítica de ciertos enfoques.
Además del aspecto programático, hay también una di- mensión si se quiere épica del velasquismo, que potencial- mente dialoga con las subjetividades que transitan hoy des- de el malestar y el descontento hacia la acción y la partici- pación. Ciertamente, no solo los idearios contestatarios son tributarios de esta inclinación que exalta el esfuerzo constan- te de remar contracorriente o, para decirlo en dos palabras, la lucha. Incluso las entusiastas versiones sobre el “empren- dedurismo” –que a ratos parecen exaltar el desamparo, la precariedad y la injusticia institucionalizados como los me- jores estímulos de los individuos atomizados para su supe- ración personal- se desprenden de la idealización de sujetos en constante pugna con un entorno enrarecido y hostil, en el que al final de cada capítulo y según sus anticipadas mora- lejas, aquellos terminan finalmente imponiéndose y abrién- dose paso. De regreso al velasquismo, este emerge de la historia sustentado en su identidad en la confrontación con el viejo orden oligárquico, excluyente y degradante; en su ánimo refundacional; en su autodefinición revolucionaria y –quizá lo más ambicioso y abarcador- en su férrea vocación por la grandeza nacional. La “utopía velasquista”16, como se le ha llamado en ocasiones, amalgamó pues sentimientos y aspiraciones reivindicativas de grandes sectores de la pobla- ción con un repertorio articulado de reformas y de políticas públicas, todo en el marco del llamado general a los perua-
16 Rénique sintetiza esta suerte de “utopía” en torno a los siguientes elementos: a) un orden moral solidario y no individualista; b) una economía autogestora con los medios de producción bajo control directo de los trabajadores; c) un orden político donde el poder de decisión recaiga en instituciones económicas, sociales y políticas. (Rénique, 2015:116).
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