Page 263 - Velasco y la independencia nacional
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Velasco en la Conciencia Juvenil: Huellas, Memorias y Lenguajes • Erick Tejada Sánchez
nuevos escenarios de las redes sociales, la demonización sin mucho esfuerzo o sin contestación no las tiene ya todas con- sigo, sin que esto signifique que la manipulación a través de la difusión de información falsa o tendenciosa no sea posi- ble. Pero la sola pluralidad, cuando menos en estos espacios, abre potencialmente mayores posibilidades de enriquecer, complejizar y confrontar los diversos puntos de vista.
A favor de Velasco cuenta también el hecho de ser un personaje distinto frente a la monótona política peruana, sobre todo la de los años noventa en más. El General fue, en principio, un hombre honesto22, que presidió un gobier- no institucional –y no personalista- de las Fuerzas Armadas, para la implementación de un programa premeditado –y no improvisado- de reformas que, a la larga, constituyó un parteaguas en la historia republicana del Perú. A la recupe- ración de su figura le favorece también haber presidido un gobierno ideológicamente anticomunista23, lo que le permite de alguna manera escapar al recelo que suscitan en una parte importante del país las ideas revolucionarias de factura mar- xista, gracias al nefasto y cruento papel en nuestra historia de la banda terrorista Sendero Luminoso. Es verdad que el fujimorismo utilizó el repudio generalizado hacia el sende- rismo para legitimarse políticamente, induciendo inclusive
y obsesionado por los símbolos” y de los militares del 68 como “los nuevos dueños del país”. Para rematar su faena, se refiere a la estatua ecuestre de Túpac Amaru del Cusco, encargada por el gobierno militar para honrar la memoria del héroe que fue el símbolo del proceso de reformas, como “el juguete”. (Asensio, 2017:192, 225, 327).
22 Zapata, 2018:51,52.
23 “El comunismo resulta inválido para la realidad del Perú e inaceptable para los fines humanistas de nuestra revolución. No es pues, nuestro ideal [...] un Estado todopoderoso, burocratizado y dogmático que absolutistamente rige la vida de un sistema social también deshumanizado y alienante.”(Velasco, 1974:53). Esta posición doctrinaria, empero, no supuso la persecución sistemática de los comunistas llevada hasta la eliminación física, como ocurrió en otros regímenes. Con franqueza castrense, Velasco defendía la pluralidad bajo su gobierno: “A ningún partido he perseguido yo, viejo. Un hombre es dueño de sus ideas y es libre de expresarlas como le dé la gana.” (En Hildebrant, 2008:103).
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