Page 56 - Velasco y la independencia nacional
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VELASCO Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL • La RevoLución continúa
convirtió el Palacio en un enjambre de oficinas, donde se instaló la gente de su más absoluta confianza. Diariamente, pasaba horas reunido con el “equipo” discutiendo los asun- tos de Estado, pidiendo informes, reclamando consejos, re- quiriendo hipótesis y exigiendo estudios de alternativas. Llegaba antes de las ocho de la mañana y se retiraba siempre después de medianoche. Se impuso a sí mismo la tarea de ser el motor. Tan pronto estaba en su despacho como en la sala donde funcionaba el COAP, para improvisar una reunión y aprobar los lineamientos políticos en la etapa de despegue de la Revolución.
El problema del petróleo absorbía toda su atención. Dia- riamente solicitaba informes de la producción en los pozos de Talara y estaba en permanente contacto con la plana may- or de la Empresa Petrolera Fiscal. Instruyó a todos los min- istros para que preparasen en sus respectivos sectores una evaluación completa de los efectos que causaría un boicot económico de los Estados Unidos en caso de ser aplicada la enmienda. Analizaba cuidadosamente los despachos de prensa del exterior, que daban cuenta de violentos ataques contra el Gobierno militar del Perú, orquestados por la Stan- dard Oil. Estaba en contacto permanente con el canciller Mercado que impuso al viejo Palacio de Torre Tagle un rit- mo vertiginoso, movilizando embajadas y consulados en la búsqueda de una solidaridad capaz de disuadir a Washing- ton de aplicar una política represiva.
En los primeros días de enero empezó a incubarse un problema que habría de tener, posteriormente, hondas re- percusiones políticas. Las antenas de “El Comercio” habían registrado algo anormal en el funcionamiento de la maqui- naria petrolera que administraba los yacimientos norteños. Desde el 9 de octubre y en virtud de la ley de expropiación, la refinería de Talara pasó a formar parte de los bienes del Estado. Como el proceso productivo no sufrió interrupción,
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