Page 55 - Velasco y la independencia nacional
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La Suerte de la Revolución • Augusto Zimmermann Zavala
autoridad. Respetaban al General Velasco que había sido su Comandante en Jefe y admiraban en él sus dotes de mando y su inmensa capacidad de organización. Ideológicamente re- flejaban todos los matices del arco iris político hasta el blanco de la apoliticidad. Pero ya el Gobierno estaba en marcha y constituía una responsabilidad institucional, un comprom- iso de honor que no podían rehuir. Pensaban que un poco de disciplina militar le hacía falta al país para mantener el orden y restaurar las finanzas. Todos aprobaron la expropi- ación de Talara porque la conciencia nacional del problema fue tan grande que ninguna otra solución apareció factible ante la claudicación del presidente Belaúnde y la mayoría apro-odriísta del Parlamento. Pero cuando vieron de cerca la posibilidad de un cerco económico norteamericano trataron de virar a una posición “sensata” de negociación.
El presidente Velasco tenía que gobernar con este equi- po y sabía que lo primordial era consolidar la unidad de la Fuerza Armada. Los hombres de uniforme hacen honor a su firma. Y en el Estatuto Revolucionario habían prometi- do cumplir y hacer cumplir el plan de Gobierno, el “PLAN INCA”, que muy contados miembros del Gabinete conocían.
Más importante era pensar en la conducción del proceso. Las decisiones del presidente marcaban el ritmo y la pauta. Él se encargaría de desarrollar el “PLAN INCA”, a medi- da que se presentaran las circunstancias propicias para el avance. Como parte fundamental de las tareas de conduc- ción, el presidente se encargó de formar el Comité de Ase- soramiento y llevó, cerca de él, a los coroneles Fernández Maldonado y Rodríguez Figueroa, que conjuntamente con sus colegas Gallegos Venero y Hoyos Rubio, constituían la avanzada revolucionaria dentro del Ejército.
Desde la primera semana en el Gobierno, el General Ve- lasco creó un impresionante sistema de trabajo para lo cual
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