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 Estrechez de corazón...
Para cerrar la semana la presidenta protagoniza un segundo hecho de calidad moral impropia que ofende a la función del Presidente de la República, y ofende al Perú de todas las sangres, al rehusarse dar la mano al Presidente de la República en gesto que combina enemistad con rancio racismo. El primero fue negarse a dejar entrar al hemiciclo al ex presidente Sagasti para la entrega de la Banda Presidencial. Es más que suficiente.
Comunidad Política
 Buscando las tres patas del gato
En el entreacto un grupo de congresistas de Fuerza Popular – vale destacar el nombre del promotor, Hernando Guerra García- han planteado una moción de interpelación contra el Ministro de Relaciones Exteriores Héctor Béjar Rivera, que sería para tomarse en cuenta sino fuera por el lastimoso odio político que transmite desde el inicio en todos sus párrafos.
Hay que ver el pliego interpelatorio que presentan para tomar noticia del grado de extravío en el que están los congresistas que suscriben. No es para nada un pliego interesado en las políticas de gobierno, sino un interrogatorio policial como el que solían practicar los verdugos de seguridad del estado en los infaustos años 60. O como los que la Inquisición que se hacía llamar santa practicaba en calabozos malolientes contra los que considerada herejes o enemigos de la iglesia oficial.
Un par de preguntas del desventurado pliego – la 22 y la 25- siendo caritativos, conciernen de modo muy sesgado a las políticas del gobierno en materia de relaciones exteriores, pero esto es justamente lo que se va presentar el 26 en la exposición del gabinete. De modo que en esto la interpelación no tiene pies ni cabeza. Las restantes 24 son insinuaciones malévolas, intromisiones en la libertad de creencias y de pensamiento de la persona del ministro, confusión de Congreso con Poder judicial y violación de todas las garantías de la administración de justicia.
Los redactores del pliego parecían haber creído que la ideología oficial del Perú es la del totalitarismo fascista, del intervencionismo militar, el catolicicismo conservador, el anticastrismo y que todos los que se oponen a esos esquemas ideológicos tienen que ser perseguidos. Da que pensar sobre la responsabilidad de las iglesias, y de los centros de enseñanza respecto al trato a la verdad y las ideologías que inculcan, empujando no solo a militares sino a los educados a profesar conductas intolerantes y antidemocráticas.
Si la mayoría del Congreso entendiese el sentido profundo de la democracia, y de la importancia de libertades como
las de pensamiento, de expresión, reserva de convicciones, tolerancia, pluralidad y diálogo, tendría que enviar el pliego de marras directamente al archivo de los despropósitos. Pero el Congreso recién se inicia y no sabemos si la luz les llegará a tiempo.
Sobre todo, a sus dirigencias, que parecen haber creído que la ciudadanía les ha dado un cheque en blanco, para que usen las prerrogativas de este alto poder del estado en maquinaciones personales y de grupo, para sabotear, las iniciativas del Presidente y sus ministros, y para conspirar contra los poderes de la democracia. Todo eso lo vienen haciendo en menos de una semana.
Yo te vaco o tú me disuelves
Y a todo ello se presta la gran prensa cuya bandera sigue siendo la del canibalismo político. Devorar todo lo público, como intentando que los peruanos se acaben entre ellos en sus pugnas.
La palabra que se ha puesto de moda en los circuitos soterrados de los vengativos, de los conspiradores eternos es la de la “vacancia”. Como la salida funcionó de maravillas para sustituir a Kuczynski, a Vizcarra y a Merino, las inteligencias desestabilizadoras piensan que puede usarse también ahora, sin escrúpulos, contra Castillo. Olvidan un importante detalle: Contra Kuczynski, Vizcarra y Merino había razones constitucionales sobradas. Contra Castillo no hay ninguna en absoluto.
Aparte del odio de la coalición vacadora que se ha ido formando en estos ajetreados días que datan desde la tempestad del 6 de junio, "empestad en los andes” dijo en 1927 Luis E. Valcárcel. Cabeza notable de esa coalición es el almirante Montoya (sigue...)
 El almirante tiene un plan para enfrentar a Castillo: quiere interpelar a los ministros uno por uno. En estos días se obstina en interpelar a todo trance al Canciller pese a que el Gabinete le corresponde recién presentar su programa de gobierno.
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