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Si, bueno.... pero yo no puedo prestárselo.

                 Entonces el vecino le dijo: ¿Porque no hacemos una cosa? Si usted me lo
             vende yo le pago el valor del martillo y le pago sus dos días de trabajo, luego
             usted va y se compra otro. Total ¿qué le cuesta?
                 Como no terminaba de convencerlo, agregó: Encima le doy una ganancia
             para usted.

                 El hombre vuelve a pensar y al final le dice: Está bien.

                 Se va de vuelta al pueblo vecino y compra el martillo.
                 Vuelve y cuando vuelve otro vecino le pregunta: ¿Ud. la vez pasada le ven-
             dió un martillo al vecino de enfrente? ¿Es Ud. quien se lo vendió?

                 Si, efectivamente.

                 Y a mi ¿No me puede vender una tenaza y una pinza?

                 No mire, yo no...
                 Yo le pagó los dos días de viaje y encima le doy una pequeña ganancia, usted
             comprende.

                 El hombre le vende también las herramientas al nuevo vecino, entonces se
             da cuenta que esta puede ser una buena tarea para hacer mientras tanto. Como
             todo el mundo tiene trabajo menos yo, pensó, podría dedicarme a ir hasta el
             pueblo y traer herramientas.

                 Y eso hace. Y ganó muchísimo dinero. Cada vez compra más herramientas
             hasta que un día decide poner una ferretería en el pueblo para no tener que ha-
             cer tantos viajes. Luego, como era la única terminó convirtiéndose en una gran
             ferretería, y luego en una fábrica metalúrgica y luego, para hacer corta la histo-
             ria, termina convirtiéndose en un poderoso industrial, que lo primero que hace
             para festejar los primeros diez años de su industria, decide regalar al pueblo una
             escuela de artes y oficios donde se enseñaba a trabajar, a leer y a escribir.

                 El intendente del pueblo hace una gran fiesta y al entregarle la llave de la
             ciudad decide hacerle firmar la inauguración de la escuela y el ex portero del
             prostíbulo le dice: La verdad es que me encantaría firmar, pero yo no sé escribir.
                 El intendente lo mira y le dice: Ud., Ud... Uno de los industriales más pode-
             rosos del pueblo:

                 ¿Usted hizo toda esta fortuna sin saber leer ni escribir? ¿Que hubiera hecho
             si hubiera sabido leer y escribir?

                 Y el hombre hace un silencio, lo mira y le contesta: Sería el portero del pros-
             tíbulo .
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