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Una dulce sensación de reverencia lleno el cuarto. El espíritu era tan fuerte y a la
                         vez mas ligero que el aíre. Mi esposa se percató de que un niño de tres años no tendría
                         idea de la muerte y de espíritus, así es que se estaba refiriendo a seres que venían del
                         más allá, llamándolos “pajaritos” porque volaban en el aire.

                             ¿Como eran esos pajaritos? le pregunto ella.
                             Braian contesto:

                             Eran tan hermosos, estaban vestidos de blanco, todos de blanco. Algunos tenían
                         verde y blanco, pero otros solo de blanco”.

                             ¿Te dijeron algo?
                             Si, el contesto. Me dijeron que el bebé estaría bien.

                             ¿El bebé? mi esposa preguntó confundida.

                             Braian contesto:

                             Si, el bebé estaba aplastado en la puerta del garaje, continuó. Vos saliste y abriste
                         el portón del garaje y corriste a donde estaba el bebé. Le dijiste al bebé que se quedara
                         y no se fuera.
                             Mi esposa casi se desmaya al oír esto, ya que en efecto ella se había se inclinado
                         junto a Braian y al ver su pecho herido y sus facciones, sabiendo que ya estaba muer-
                         to, miro hacia arriba, alrededor y dijo:

                             No nos dejes Barian, quedáte, vos podés.

                             Al escuchar a Brian decirle las palabras que ella había usado se dio cuenta que el
                         espíritu había dejado el cuerpo y había estado viendo su cuerpo sin vida desde arriba.

                             ¿Y qué paso entonces? pregunto ella.
                             Nos fuimos de viaje, dijo el, lejos… muy lejos...

                             Comenzó a agitarse tratando de expresar cosas para las cuales no conocía las pa-
                         labras. Mi esposa trato de calmarlo y confortarlo. El luchó por tratar de decir algo que
                         era obviamente muy importante, pero el encontrar las palabras le era muy difícil:

                             Volamos rapidísimo por el aire… son tan bonitos mami, agrego él. Y hay muchos,
                         muchos pajaritos. Mi esposa estaba impresionada. Braian continuó diciéndole que
                         los pajaritos le habían dicho que tenía que regresar y que tenía que contarle a todos
                         este asunto de los pajaritos. Él dijo que lo trajeron de vuelta a casa y que un gran ca-
                         mión de bomberos y una ambulancia estaban ahí.
                             Un hombre estaba sacando al bebe en una cama blanca y él trataba de decirle al
                         hombre que el bebé estaría bien, pero el hombre no podía escucharlo. Él dijo que los
                         pajaritos le dijeron que tenía que ir en la ambulancia, pero que ellos estarían por ahí
                         cerca. Dijo que ellos eran bonitos y llenos de paz, y que él no quería regresar.
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