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Desesperado, sabiendo que su alcohol se terminaba el AMOR comenzó a
llorar, viendo que todos ya habían partido.

Casi resignado a morir por amor a esa vida que hasta entonces había tenido,
se arrimo a la orilla para mojar por última vez sus pies en el agua tibia. Cuando
ya solo le quedaba una última gotita de alcohol, escucho una voz que le llama-
ba. Era un viejito de larga barba blanca en su botecito de remo que le decía:
AMOR, vení, subí, yo te voy a salvar.

Sin pensarlo el AMOR subió y llorando de amargura por dejar la vida que
hasta entonces había tenido, lloro sin consuelo, en tanto el viejito remaba en
completo silencio.

Cuando arribaron a la otra orilla el AMOR ya más calmo bajó del bote y el
viejito de larga cabellera y barba blanca se alejo sin decir una palabra, sin siquie-
ra decir cual era su nombre.
Al llegar a tierra firme, el amor, ya mas tranquilo, buscó quien pudiera darle
una explicación y entonces le pregunto a la SABIDURÍA.

¿Quién era el viejito que me trajo aquí?

La SABIDURÍA, posó su mano sobre el hombro del Amor y con inmensa ter-
nura y voz firme le respondió:

Mi querido AMOR, quien te trajo hasta esta nueva vida es EL TIEMPO, por-
que sabes una cosa: hasta tanto pase esta pandemia, hasta tanto volvamos a
tener una vida parecida a la que conocimos, hasta que volvamos a salir:
Tan solo el TIEMPO puede salvar al AMOR .

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