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LA SOPA


                             Esta historia la protagoniza el Sumo Sacerdote de un pueblo de la antigüedad. Este Sumo Sacerdote
                         había sido invitado a la casa de un hombre muy rico a una cena con gente muy importante.

                             En su carruaje se dirige a la casa donde se hacía la cena y ante una tormenta imprevista se encabrita
                         el caballo que se pone en dos patas y termina volcando al costado del camino. El Sumo Sacerdote termina
                         en una zanja embarrado de pies a cuello. Como está, en definitiva, a poca distancia del lugar donde era
                         la cena, decide ir de todas formas, así que, completamente embarrado golpea la puerta. El mayordomo al
                         abrir lo ve así embarrado y sucio, no lo reconoce y le dice:

                             Fuera de aquí pordiosero inmundo, miserable ¿No te das cuenta que esta es una casa de gente im-
                         portante?
                             El sumo sacerdote trata de explicarle:

                             Bueno... lo que pasa es que yo…
                             Vos nada, te vas porque acá no tenés nada que hacer. Esta es una reunión de gente muy fina

                             Y el sumo sacerdote dice:
                             No... Pero escúchame…Pero es que... Es que la comida...

                             La comida nada, si querés las sobras tenés que venir mañana porque hoy no hay sobras para nada,
                         hoy es la cena, te vas inmediatamente.

                             El hombre intenta argumentar:
                             Pero resulta que la cena...

                             Mirá, si no te vas inmediatamente voy a llamar ya mismo al dueño de casa que te va a sacar a patadas
                         y te va a echar los perros.

                             El hombre dice:
                             Pero es que el dueño de casa...

                             En ese momento, al escuchar la discusión, apareció el dueño de casa que tampoco lo reconoció.
                             ¿Qué pasa? dijo.

                             Pasa, contestó el mucamo, que a este pordiosero le estoy diciendo que venga mañana por las sobras
                         pero no quiere irse, insiste.

                             Entonces, sin preguntar nada, el dueño de casa dio una palmada, aparecieron los guardias y les dijo:
                             Guardias, saquen a este hombre de acá, lárguenle los perros.

                             Cuando largaron los perros el Sumo Sacerdote tuvo que salir corriendo. Hasta tuvo que saltar la cerca
        123              porque uno de los perros casi lo muerde. Se las arregló para reparar su carruaje, subirse en él y volver
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