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La Edad Media




         y las Herejías








         P  O  R     J  O  H  A  N  A     S  Á  N  C  H  E  Z

        La Edad Media fue un periodo muy largo, con características
        cambiantes con el paso de los siglos, en el que hubo una continua
        aparición de movimientos reformadores, que surgían paralelamente
        con los cambios sociales, políticos, económicos y culturales.

        Las herejías nos sirven como una guía, un camino a seguir durante toda
        la evolución de esta época. Podemos establecer una línea desde las
        primeras herejías milenaristas y de masas, surgidas con la
        consolidación del feudalismo hacia el año 1000, hasta Lutero y la
        Reforma Protestante, que marca el final de la Edad Media en el plano
        religioso.

        En este caso, Wyclif y Hus, son la expresión herética de la sociedad
        ante la tremenda crisis del siglo XIV y un síntoma del cambio total que
        se estaba produciendo en Europa, que provocará el paso del feudalismo
        a los Estados modernos, de una economía agrícola de subsistencia a
        una economía de mercado capitalista, de una mentalidad escolástica al
        humanismo del Renacimiento, etc.
        En Wyclif encontramos muchas similitudes con Lutero, ya que
        probablemente fue una importante influencia para éste. Wyclif criticó
        la intromisión del Papado en el ámbito del poder civil, impulsó la
        traducción de la Biblia al inglés y propuso una concepción distinta de
        la oficial para la cuestión de la Eucaristía, adelantándose al predicador
        alemán en la idea de la consubstanciación. También podríamos hacer
        un símil con la revolución campesina de 1381 y la que se vive con la
        reforma de Lutero, que ambos condenaron.

        En Jan Hus también vemos ciertos puntos comunes con Lutero. Ambos
        tuvieron un interés reformador, ante la crisis de la
        Iglesia, como una manera de protegerla de sí misma. Aunque Hus
        nunca llegó a plantearse la ruptura, y Lutero finalmente sí lo hizo.
        Asimismo, los dos se encontraban en el borde o la periferia del ámbito
        católico, en la zona alemana uno y en la checa el otro. Esto les llevó a
        beneficiarse de la creación de un espíritu nacionalista  que adoptara
        sus propuestas como una manera de diferenciarse de Roma. También
        tenían muchas cosas en común en el aspecto ideológico. Hus y Lutero
        comparten el anhelo de una religión cristiana más personalista, más
        cercana a Dios, en la que el contacto de las personas con Él  fuera más
        cercano y directo, sin la intermediación de papas, obispos o
        sacerdotes. Fruto de ello surgen las propuestas de resaltar la
        importancia de las Sagradas Escrituras, la necesidad de su traducción
        para una divulgación más fácil entre la gente corriente, y el uso de los
        idiomas locales en la predicación.
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