Page 109 - Mitos y otros relatos de la Antigua Grecia
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Pan estaba intensamente enamorado de la ninfa Siringa, quien no lo corres- pondía...y una vez mientras ella huía de su insistente acoso, se lanzó al río Ladón (dios-río de la Arcadia), pero quedó acorralada, por lo que pidió ayuda a sus hermanas las ninfas, quienes conmovidas por su desesperación la con- virtieron en un cañaveral... así que cuando él pensó que la atraparía sólo pudo abrazar a las cañas que se mecían por el viento... pero ocurrió que el rumor que producían, le causó tal agrado que lo indujo a construir un nuevo instru- mento musical con ellas y así creó la flauta que llamó siringa en recuerdo de su ninfa amada.
Por eso se lo representaba también portando en la mano su bastón de pastor y la siringa, a la que también se la conoce como “flauta de Pan”, instrumento rústico que construyó con varias cañas ahuecadas unidas, tapadas en un extremo y al que le sacaba sonidos muy agradables, se- mejantes al siku del altiplano andino.
[...] Se dice, además, que era especialmente irascible cuando se lo despertaba du- rante sus siestas, motivo por el cual entre los habitantes de la Arcadia (región imaginaria dentro de la antigua Grecia, donde, en un ambiente idílico, utópico, reinaba la felicidad) existía la creencia de que no se debía despertar de la siesta a nadie, por ningún motivo, ya que de esa forma también se interrumpiría el descanso del dios Pan. Es por esto que también se lo aproxima a la idea de “Demonio del Mediodía” (Demonium Meridianum).
Si bien su origen no es muy claro, aparentemente nació en Arcadia, lugar utópico e idílico en un ámbito pastoril, donde era especialmente venerado a pesar de no contar con grandes santuarios hechos en su honor. En la mitología romana se lo identifica al semidios Pan como un Fauno, dios de la fertilidad y la sexualidad masculina, dotado de una gran potencia y apetito sexual.
Ninguna guerra humana o divina contó con su participación. Él nunca escuchó lamentos de héroes heridos ni les ayudó a concretar sus ambiciones, sólo los pastores y cazadores podían obtener su auxilio.
Ya crecido, cuidaba de sus rebaños mientras tocaba su flauta de caña (siringa), llevando en los bosques de la Arcadia una vida tranquila, escondiéndose por las tardes entre la vegetación con prodigioso sigilo para espiar a las ninfas o perseguirlas, aprovechando su extraordinaria capacidad para correr y saltar por los peñascos...
Dr. Juan Carlos Miller |107|