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             Además, la COVID-19  amenaza  la participación de las mujeres en las
             actividades económicas y  las orilla al trabajo informal, caracterizado por la
             precariedad y el poco o nulo acceso a prestaciones de ley y los servicios de salud.
             En América Latina y el Caribe solamente el 67% de las mujeres participa en el
             sector laboral formal, en comparación con el 93% de los hombres, y más de 126
             millones de ellas laboran en el sector informal.

             En México, la Población Económicamente Activa (PEA) femenina en agosto de
             este año fue de 19.7 millones y la masculina de 33.5 millones, con una tasa de
             participación económica de 38.9% en las mujeres en edad de trabajar y de 72.8%
             en los hombres. Estos datos impactan en el tipo de acceso a los servicios de
             salud que se encuentran diferenciados según la condición de pobreza y el sexo
             de la persona.
             Las mujeres dependen más de sus redes de parentesco para acceder a los
             servicios de salud, solamente el 5% de las mujeres en pobreza tiene acceso
             como titulares en la afiliación a estos servicios; mientras que 30% de las afiliadas
             sin pobreza son titulares del acceso. En hombres, la titularidad crece, 16% en los
             hombres con pobreza, y a 52% de los hombres sin pobreza.


             En contexto de la pandemia, la vulnerabilidad por el acceso a la atención en
             salud aumenta en las mujeres.  En el mundo, la crisis de la COVID-19 aumentará
             la tasa de pobreza de las mujeres y ampliará la brecha entre mujeres y hombres
             que viven en pobreza extrema. Según la ONU, para 2021, por cada 100 hombres
             jóvenes que vivan en pobreza extrema habrá 118 mujeres; en estas situaciones
             de emergencia, las mujeres asumen la mayor parte del tiempo de cuidado de
             la familia, ganan y ahorran menos, y tienen trabajos con menor estabilidad,
             situación que se acentua actualmente.


             Trabajadoras del hogar
             Las tareas de cuidado atribuidas a las mujeres y su mayor exposición a la
             precariedad del empleo están entre las causas que las exponen más a la
             COVID-19. En ambos supuestos se encuentran las trabajadoras del hogar,
             haciéndolas particularmente vulnerables, ya que enfrentan una mayor
             exposición a riesgos en los hogares de las personas que la emplean, lo mismo
             que cargas de cuidado más elevadas.


             Figura 1. 9 de cada 10 personas que trabajan en labores domésticas son mujeres.















             Fuente: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2019/II

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