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Los enfoques socioculturales en torno al fenómeno de la depre- festación de los mismos y su relación con el
sión nos han aportado reflexiones muy valiosas que han ayudado a género, la edad y la clase social. También se
contextualizar y discutir la supuesta “vulnerabilidad femenina” que podrían impulsar programas dirigidos a toda
hace a las mujeres más débiles y enfermizas frente a los hombres, que la población para que logren identificar sus
aparecen como invulnerables. En efecto, las mujeres son la población estados emocionales y puedan buscar ayuda
que más altos índices de depresión presenta; por fortuna se han reba- médico-psicológica en etapas tempranas del
sado las explicaciones biológicas que naturalizan en el cuerpo feme- trastorno depresivo.
nino una serie de padecimientos. Se reconoce que la cultura ha sido
más exigente con las mujeres al imponerles discursos y metas que La vida emocional se ve tan comprometida
aparentemente las liberan, pero que en la realidad las someten con en un mundo que insiste en negar su impor-
mayores cargas de trabajo y asumiendo diferentes responsabilidades tancia y el efecto que tiene en todas las esfe-
que terminan minando su calidad de vida y su salud física y mental. ras de nuestra existencia que se convierte en
En tanto, se visibiliza que el no reconocimiento de la vida afectiva de un reto darle cause a su estudio y atención.
los hombres y la escasa o nula atención a su salud representan un
riesgo para ellos.
Por otra parte, algunos trabajadores de la salud están reconocien-
do que esta sociedad condiciona el fenómeno de la depresión a la fal-
ta de sentido en la vida de las personas y a los estilos de vida actual.
Cada vez hombres y mujeres enfrentan mayores presiones económi-
cas y sociales; las actividades gregarias de recreación se reducen por
la inseguridad y la violencia a la que estamos expuestos; los tipos y
estilos de juego (video juegos) en los niños y niñas fomentan la so-
ledad y la ansiedad; las enfermedades ocasionadas por los trastornos
en la alimentación y las enfermedades crónicas, como la diabetes,
que van en aumento, alteran los estados emocionales de la población
que las sufre. Probablemente la depresión no sólo debe considerarse
una enfermedad que afecta la calidad de vida de quien la padece, sino
que puede ser entendida como una forma que adopta el cuerpo para
sobrevivir a los embates de la vida contemporánea.
Por las cifras, tal vez estemos asistiendo a la conformación de las
nuevas “tribus” que se están integrando por los diabéticos, los obe-
sos, los hipertensos, los pacientes con síndrome metabólico y ahora,
los depresivos. Alarmantemente, como se señaló al principio de este
trabajo, las proyecciones a unos veinte años son que la población
mundial estará enferma y deprimida, panorama que a los trabajado-
res de la salud nos obliga a tomar medidas diversas y en distintos
niveles.
En primer lugar debemos pensar en continuar haciendo estudios
de corte cualitativo que nos permitan conocer a mayor detalle el
desarrollo del trastorno depresivo con la intención de incorporar los
hallazgos en nuevas propuestas de tratamiento y medidas preventi-
vas entre la población. Por otro lado, se hace necesario impulsar una
capacitación que permita a los médicos de primer nivel de atención
identificar los síntomas que pueden estar enmascarando el fenóme-
no de la depresión, pero que sobre todo se logre identificar la mani-
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Género y Salud en Cifras Vol. 6 No. 2 Mayo-Agosto 2008