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Opinion C11
La triste historia de los niños que odian las vacaciones
Cada una de las historias
mencionadas en esta co-
lumna son singulares, pero
no son únicas, incluso se re-
piten una y otra, y otra vez,
en ocasiones con detalles que
las hacen menos duras, otras
con agregados que las tornan
intolerables hasta para con-
tarlas.
Desde mi espacio en este
medio he aprovechado para
disparar contra los irrespon-
sables que cada tanto dejan
sin clases a los niños de las
escuelas públicas. Sobre esto
debo decir dos cosas antes de
relatarles esta historia de los dechados de modales, a la
niños que odian las vacacio-
nes.
Estas historias no solo las
cuentan sino que las sufren
los maltratados y peor pagos
maestros, los buenos y los
malos, los agremiados y los
que no, los que hacen paro
estando agremiados, los que
paran sin estarlo y los que
nunca paran. Estas historias
que ellos mismos sufren, de-
berían ser discutidas en esas
asambleas desoladas que,
imagino, seguro que con
Joyas históricas
¿cómo se protegen?
El transcurso del tiempo
implica que las cosas se van
haciendo viejas y -por regla
general- van perdiendo val-
or. Con una excepción: los
edificios y objetos capaces de
resistir las consecuencias de
los años y por ello, contrario
a la regla general, se aprecian Justamente por ello, el uso
conforme más antiguos se
vuelven.
La sociedad humana ha apre-
ndido a apreciar las cosas an-
tiguas no solamente por el
hecho de que hayan pasado
muchos años desde que fuer-
on construidas -en el caso de
los edificios- o fabricadas -en irreparable.
el caso de los objetos- sino
también porque hayan for-
mado parte de un episodio
importante de la historia col-
ectiva y ello les haya elevado
a la categoría de símbolos.
Así pues, los edificios y obje- Museo Coahuila y Texas a
tos que reúnen ambos atrib-
utos -antigüedad y simbolis-
mo- integran el patrimonio
colectivo, son parte de la
memoria de nuestra espe-
cie y representan elementos
valiosos para todos, porque
nos ayudan no solamente a
reconstruir nuestra historia
sino a entenderla.
gran carga de preconceptos,
baldías de amor y cargadas de
ideología.
Los niños que odian las va-
caciones llegan muchas veces
a la escuela oliendo a orines.
A veces porque así huelen la
mayoría de los cantegriles.
Otras veces, los niños que
odian las vacaciones, huelen
así porque, según les cuen-
tan a las maestras, duermen
con cinco hermanos en una
misma cama y más de un
pequeño se turna cada noche
para anegar el colchón.
Sin que sus compañeros sean
hora de almorzar en el com-
edor de una escuela. na de
estas niñas que odia las vaca-
ciones comía, literalmente,
pobrecita, como un cerdito.
Las maestras supieron que en
su casa, no en el patio o en el avisarle a la madre. Eras las 11 de ojotas en pleno julio llu-
fondo, sino dentro de la casa
donde ella dormía, hacía los
deberes y comía, vivían un
par de cerdos, que comían
cerca de donde ella comía,
mientras algunas gallinas sal-
Y justamente por ese val-
or que para todos tienen,
hemos creado instituciones
encargadas de protegerlos, de
preservarlos y de mantener-
los como parte de la herencia
que guardamos para las gen-
eraciones futuras.
que se da a tales edificios u
objetos debe ser uno que
cumpla con reglas estrictas,
capaces de garantizar su inte-
gridad e impedir que la inter-
vención humana pueda cau-
sarles daño, particularmente
si tal daño fuera de carácter
El comentario viene al caso
a propósito del reporte peri-
odístico que publicamos en
esta edición, relativo al ar-
rendamiento de que fue ob-
jeto el edifico que alberga el
fin de celebrar en su interior
la ceremonia de enlace nup-
cial de una pareja monclov-
ense.
De acuerdo con la infor-
mación conocida, el Ayun-
tamiento encabezado por
Gerardo García Castillo hab-
ría tomado la decisión de ar-
taban por encima de camas y
cartones.
Las maestras de los niños que
odian las vacaciones se ven
en aprietos un día si y otro
también cuando llegan lasti-
mados.
Primero tienen que cuidarse
ellas para que luego nos las
acusen de haberlos agredido.
Entre los niños que odian las
vacaciones son legión los que
llegan golpeados, arañados
quemados de sus propias ca-
sas. A veces se les ven las he-
ridas, otras no.
A veces, como puede ocur-
rirle a cualquiera, los niños
que odian las vacaciones se
lastiman en la escuela. Un
día un pibe se fracturó un
hueso y mientras la directora
de la escuela salía con él para
el hospital un secretario iba a
de la noche cuando, sentados
en un banco del hospital, la
educadora y el pibe enyesado
esperaban la llegada de la se-
ñora que había parido al nene
fracturado.
¿Olvidos? Cada tarde más
Tomado de ElColombiano
rendar el inmueble sin con-
sultar al Instituto Nacional
de Antropología e Historia,
entidad responsable del res-
guardo y preservación del
mismo.
Independientemente de dar-
le al edificio un uso diam-
etralmente opuesto a aquel
para el cual se encuentra des-
tinado, se sabe que los orga-
nizadores de la boda decidi-
eron “remozar” el inmueble
a fin de que luciera “adecua-
damente” para la ocasión, lo
cual incluyó la aplicación de
pintura en las paredes, la co-
de una directora debe que-
darse horas esperando que
las madres vengan a buscar a
sus hijos más pequeños. Los
argumentos sobre los olvidos
son tragicómicos. La ver-
dad es sólo trágica: adictas a
la pasta base, están en pleno
vuelo a la hora en que el nene
sale de la escuela.
Las maestras ponen hasta 20
veces en el cuaderno que el
alumno no cumple con la
tarea, pero del otro lado na-
die responde.
Uno de estos niños que
odian las vacaciones agarró a
patadas a una maestra. “Puta,
puta”, le gritaba con su odio y las sufren los mal pagos y
sus largos ocho años de edad.
Los niños que odian las va-
caciones van a la escuela con
botas de lluvia días de 30 gra- hacen paro estando agremia-
dos de temperatura y otros
vioso.
El viernes pasado, cuando
llegó el último día de clases,
en algunas escuelas de Mon-
tevideo la angustia sobrevola-
ba como un fantasma. “¡Ah
maestra!, ¿no se puede ve-
nir, la escuela cierra?”, quiso vador y Escrito por Gabriel
confirmar lo que ya sabía una
Caricatura del día
locación de candiles y la re-
modelación de los sanitarios.
¿Respetaron tales “adecu-
aciones” las políticas que, de
acuerdo con el INAH, deben
seguirse para garantizar la in- ables para preservar una obra
tegridad del edificio?
No puede responderse en un
sentido o en otro a tal inter-
rogante, pero sí puede pon-
erse en duda el hecho, toda
vez que, de acuerdo con el
delegado del INAH en Coa-
huila, no se les consultó para
la realización del evento.
Todo hace indicar pues,
Miércoles 1 APRIL 2015
de esas nenas que odian las
vacaciones.
Aunque remita a obligacio-
nes, a trabajo, a cierto intento
de orden, la escuela es para
algunos de estos nenes el
único momento y lugar sin
padres violentos, sin madres
adictas, sin chanchos co-
miendo con ellos, sin ocho
hermanos que lo convierten
en un cero a la izquierda. Un
lugar sin olor a orines.
Por otras razones de las que
se suele debatir cuando se
habla de aprender a sumar,
la escuela es una bendición.
La disfrutan los nenes y, sí,
destratados maestros, los
buenos y los malos, los agre-
miados y los que no, los que
dos, los que paran sin estarlo
y los que nunca paran. Ellos
más que nadie sabe de estos
pequeños grandes infiernos.
Ellos más que nadie saben
que cuando no hay clases,
los niños que odian las va-
caciones, están un poco más
tristes. Tomado de ElObser-
Pereyra
que nos encontramos ante
un acto de irresponsabilidad
cometido por una admin-
istración que, sin seguir los
criterios técnicos indispens-
que es patrimonio colectivo,
decidió que la realización de
la boda era una buena opor-
tunidad para ingresar 100 mil
pesos a las arcas municipales.
El problema es que, como
suele ocurrir en estos casos,
se corre el riesgo de que ter-
mine saliendo más caro el
caldo que las albóndigas.
Tomado de Vanguardia