Page 12 - Vida de San Agustín
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¡Es una dicha la de aquel niño haber nacido en ese pueblo
donde tanto se valoraba la amistad! Ahí conoció, aprendió y
llegó a amar la vida entre amigos. ¡Cómo pasar por alto aquel
día en que Agustín perdió a su amigo, su íntimo y quizá el
único amigo al que tanto amaba en aquel momento! No lo
había contemplado, no imaginaba perder a alguien tan
amado, simplemente gozaba de la delicia de tener un amigo
que, con afecto sincero, habían conquistado las mieles de la
buena amistad.
Es difícil comprender lo que experimentaba en su alma, solo
encontraba descanso en las lágrimas. El recuerdo de su
amigo estaba tan vivo, que el dolor lo perseguía a donde
fuera. Le faltaba la presencia de aquel que llenaba con su
amistad los rincones de su existencia.
Así era él, con esa pasión se entregaba. ¡Qué bueno que en
aquel pueblo donde nació, conoció el valor de la amistad! El
dolor que vivió con la partida de su amigo, solo es una prueba
de lo apasionado que era. Gran sufrimiento vivió durante ese
tiempo, ya era todo un hombre. Había viajado a Cartago,
ciudad de las oportunidades en aquellos años.
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