Page 131 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
P. 131
ERAN ya casi las cinco de la mañana, y aunque tenía algo de sueño decidí
hacerle caso a Erato, así que puse manos a la obra. Si de verdad quería tener un
libro propio, no había otra solución que ponerme a escribir.
Regresé a buscar mis pertenencias a la habitación doscientos veinte del Hotel
Flores sin Color Definido, al que no había regresado desde hacía ocho años. Por
suerte seguían escondidas debajo de una duela suelta.
Saqué un cuaderno, un lápiz, una goma y mi laptop. No quería trabajar en el
cuarto doscientos veinte porque corría el peligro de distraerme viendo el canal de
cocina vasca. Si permanecía allí, me conozco, me habría quedado pegado a la
pantalla hasta ver las nuevas tendencias en la elaboración del bacalao a la
Urdangarín.
Decidí irme a escribir a un café que está muy cerca y que abre las veinticuatro
horas. Me aparecí debajo de una mesa que tenía una hermosa vista; para
soltarme un poco la mano, al primer café le agregué un chorrito de leche; prendí
la laptop y abrí un archivo que llamé Fantasmagoría fácil (la verdad, el título no
estaba tan mal).
Escribí y corregí, escribí y corregí, y así, cerca de las ocho de la mañana quedó
listo el prólogo del libro. Me di cuenta de que Erato tenía razón. A veces no hay
mejor inspiración que el trabajo mismo.