Page 143 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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La verdad yo no sabía muy bien lo que era el sentido común. Si yo tenía uno, era

               sólo porque hacía algunos años la Sociedad de Fantasmas Autónomos determinó
               que era obligatorio que todo espectro tuviera integrado un sentido común. Y no
               sabía qué era aquello, pero como soy cumplidor de la ley me lo instalé y después
               me olvidé del asunto.


               Supongo que el sentido común que conseguí debió de haber sido de muy buena
               calidad porque jamás he tenido un problema con él: yo no me meto en su vida y
               él, en contrapartida, respeta absolutamente mi forma de ser.


               —Sáltate eso, Daniel, no te fijes —ordené.

               Supongo que será importante, ¿no crees?, afirmó el pequeño utilizando su

               antigua manera de hablar, pero yo le hice un violento gesto con la mano que
               quiso decir ¡Nada, nada, vamos adelante!

               —Órale… —expresó el niño sin mucho convencimiento—, entonces

               comencemos con el ejercicio. Aquí dice que lo primero que tiene que hacer el
               enamorado es responder a la pregunta “¿Qué significa para ti ser tú mismo?”.

               —Pues en la pregunta está la respuesta —contesté enigmático.


               —Pues sí, pero dame un ejemplo.


               —¿De qué?


               —De ser tú mismo, Chong Lee, ¿de qué estamos hablando?


               Noté que el pequeño comenzaba a desesperarse, así que pedí refuerzos y, para
               ayudarme a pensar, regresó mi vagabunda octava mente, que en esos instantes
               paseaba despreocupada ante la belleza del Calendario Azteca.


               —Ser yo mismo… —contesté titubeante— es ser un fantasma… —y en lo que
               buscaba las palabras adecuadas los tres puntitos que anteceden a esta frase se
               convirtieron en algo casi eterno.


               —¡Descríbete, Chong Lee, cuéntame cómo eres! —me pidió Daniel
               desesperado, después de un rato.


               En aquel momento algo se iluminó dentro de mis mentes y comprendí un poco el
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