Page 45 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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me acomodo en la única que queda libre y siento entonces cómo las olas del mar
me mojan los pies.
¿Te parece familiar? Pues sí. Es como la descripción de alguno de tus sueños,
con la única diferencia de que en mi mundo sería la narración de una mañana
cualquiera.
Pero los fantasmas también debemos aceptar que los humanos han influido en
nuestro universo; de ustedes, a través de los siglos, hemos robado costumbres
que en un tiempo hubieran sido impensables para nosotros.
Digamos que gracias a su enseñanza nos hemos vuelto un poquito más sólidos.
Eso, como te decía líneas arriba, nos ha permitido surcar el mar, pelear guerras,
oficiar misas, o en mi caso, aspirar a convertirme en un guionista de éxito. Igual
que pasa entre dos países, el intercambio cultural nos ha enriquecido a ambas
especies. Sólo que nosotros lo tenemos más claro que ustedes.
Pero hace miles de años, nada. Los fantasmas vivíamos una realidad sombría.
Éramos pura idea. Mis ancestros no conocían el movimiento; eran rocas
pensativas.
Transcribiré en esta biografía un capítulo del Tremendario de Saak Nivlac, con el
que podrás entender mejor cómo era la fantasmagoría hace muchos, muchos,
pero de veras muchos años:
Dicen los que lo vieron (que son pocos) que en aquel tiempo el universo estaba
vacío de movimiento. De los árboles no caían hojas. El agua del río no corría.
No había noche porque el sol se mantenía inmóvil en el cielo, marcando unas
tres de la tarde perpetuas.
No había viento ni nada que hacer, por lo que los nativos vivían sentados
eternamente a la sombra de esos árboles absurdos, contemplando un río sin
acción, sin añorar una noche que de todos modos era impensable. Los nativos
sólo imaginaban la Casi Nada.
Un día apareció una manchita en el cielo y los nativos sintieron miedo, pero no
podían huir. No conocían el movimiento.