Page 53 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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—Sí, pequeña. Nada menos y nada más que el Catálogo anual de tornillos
internacionales.
—¡Hoy ha sido un gran día!
—Sí que lo ha sido. Nuestro índice de cosas buenas ha excedido
considerablemente los pronósticos más optimistas.
Luisa dejó por un momento el catálogo y se acercó lentamente hasta su marido,
mientras le preguntaba melosa:
—¿Cómo van las acciones de nuestro amor?
—¡A la alza! ¡A la alza! —respondió alegre Javier.
Pero lo único que estaba a la alza en aquella habitación era el aburrimiento que
poco a poco me invadía. Por fortuna la cursi pareja abandonó la recámara del
niño y se perdió en dirección a la sala. Yo había contemplado toda la escena
oculto detrás de la cortina, pero era tanta su felicidad que aunque hubiera estado
colgado de la lámpara de ositos rosas que iluminaba el cuarto, ni Javier ni Luisa
me habrían visto.
El problema ahora era que el tonto niño estaba dormido y yo no tenía con quien
platicar. Así que para despertarlo utilicé una táctica muy difundida entre los
humanos. Lo comencé a zarandear con violencia al mismo tiempo que le
preguntaba inocentemente, casi con un suspiro:
—Niño, niño, ¿estás dormido?
Evidentemente antes de mi grosería el pequeño estaba sumido en la profundidad
del sueño, pero ahora, al momento de contestarme, se encontraba ochenta por
ciento despierto y tan sólo veinte por ciento dormido (como verás, es difícil
abandonar la influencia léxico-mercantilista de Javier).
Con todo y la modorra, Daniel tuvo tiempo de inventarse una de sus frasecitas
misteriosas. Expresó algo más o menos así: Uno duerme eternamente, y el sueño
es…
Pero cuando iba a revelar lo que el sueño significa lo interrumpí y comencé con
mis palabras: