Page 99 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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puntos, así que por favor ten paciencia. Aquí vamos:


               Uno: le entró un amor profundo por el chicle de tutifruti.


               Dos: aprendió a leer a los cuatro años, lo que resulta muy sorprendente porque
               en general los niños aprenden un poquito más grandes. La lectura lo atrapó tanto
               que hoy, a los ocho años, lleva leídos más de doscientos libros.


               Tres: dejaron de gustarle las sonajas y las burbujas de jabón. Se aficionó a andar
               en bicicleta mascando un chicle de tutifruti.


               Cuatro: no se olvidó por completo de la existencia que llevaba antes de nacer
               (todo aquel asunto de la vida primigenia, del doctorado en Creación Personal);
               sin embargo, muchas de aquellas vivencias le parecían más cercanas a un sueño
               que a una realidad alguna vez vivida. En ocasiones sospechaba que los recuerdos
               de aquel pasado eran más bien remembranzas de alguna lectura.


               Cinco: contrajo la costumbre de llevar por lo menos un chicle de tutifruti en la
               bolsa (aun cuando dormía).


               Seis: perdió noventa por ciento de la capacidad para comunicarse con
               movimientos y gestos, lo que ocasionó que su vocabulario disminuyera
               considerablemente. Eso sí, se le quitó el tono de Buda supersabio que tienen los
               bebés y adoptó uno más normal. Ya lo escucharás.


               Siete: juró que cuando creciera dividiría su jornada laboral en tres. Por las
               mañanas sería bombero, por las tardes escribiría historias de misterio y, en lugar
               de dormir, por las noches trabajaría de fantasma.


               Ocho: fundó con sus primos un club de admiradores del chicle de tutifruti. Lo
               llamaron Club François Gutiérrez en honor al inventor de tan preciado alimento
               (el chicle no es alimento pero los miembros de la agrupación afirman que sí lo

               es).

               Y así podríamos seguir con los otros ochocientos doce puntos más, pero no tiene
               caso. En realidad el cambio que experimentó Daniel en estos ocho años se

               resume en una sola palabra: creció.

               Nota del autor fantasma: Para muestra presento el Ranking de Aburrimiento
               elaborado por el Instituto Tecnológico de Ocio Animal.
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