Page 104 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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—HOY me siento más optimista que ayer —exclamó Javier a la hora del nuevo
               ritual de jugar a la pelota con Daniel en el diminuto jardín que tienen en la parte
               de atrás de la casa (lo de cargar al pequeño ya quedó atrás: el niño sigue siendo
               pequeño, pero no tanto).


               —¡Qué bueno, mi Mirrifláis! —le contestó Luisa muy feliz.


               —Si estoy rojo o no estoy rojo, eso ya no me importa. Lo que me importa es
               vivir.


               —¡Qué bueno que te fijas en las cosas importantes de la vida, mi amor!


               —La cuestión es agotar las reservas que la vida misma te da.


               —¡Qué bonita frase!


               —Hoy en la oficina se me ocurrieron varias parecidas.

               —A ver, anda, dime unas cuantas —insistió Luisa con gran curiosidad.


               Javier, con una sola mano (la otra la tenía ocupada lanzando la pelota), sacó de
               su camisa su agenda electrónica y abrió un archivo que se llamaba Reflexiones
               de un contador público.


               —“La vida es una tarjeta dorada sin límite de crédito” —leyó en el tono que se
               utiliza para decir las grandes verdades de la vida.


               —¡Huy, está buenísima! A ver, otra más.


               —“Para sonreír no necesitas NIP…”


               —¿Qué es el NIP?


               —El número secreto que utilizas en los cajeros automáticos, pero no me
               interrumpas.


               —Perdón.


               —Va desde el principio: “Para sonreír no necesitas NIP, sólo basta mostrar los
               dientes y hacer una u larga con los labios”.
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