Page 105 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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—Qué original. Qué bella. Qué alegre. ¡Otra más!
—“La felicidad úsala, no causa intereses.”
—Mirrifláis, eres un filósofo. Javier Isla, el filósofo contento.
—Sin duda hoy me siento más optimista que ayer —repitió el hombre dando un
profundo suspiro de satisfacción, mientras lanzaba por enésima vez la pelota a su
hijo.
—Yo también me siento bien.
—¿A qué se debe el aumento de tu felicidad?
—Cada dos horas fotografié el mismo tornillo desde el mismo ángulo. Fueron
doce veces en veinticuatro horas. Es para un ensayo fotográfico que titulé Un día
en la vida de un tornillo de dos y media pulgadas. Salieron muy bonitas las
imágenes.
—¡Qué bien! Yo seré un filósofo, tú una gran artista conceptual.
—No fue sólo mérito mío —dijo Luisa con una a todas luces falsa modestia—.
Era un tornillo con gran personalidad. Me facilitó el trabajo.
—Tornillo de Tornillos Internacionales, seguro.
—¿Qué, amor? ¿Hay de otros?
Y ambos estallaron en una risotada medio histérica, mientras yo me moría del
coraje al escuchar aquella sarta de tonterías. Escondido detrás de un arbusto,
pensaba que los papás de Daniel no habían cambiado nada en estos ocho años.
—¿Cenamos? —preguntaron ambos al mismo tiempo, y la mutua sonrisa que
aún no terminaba de apagarse se acrecentó por la gracia que les causó hablar al
unísono. Y así, el jajaja siguió escuchándose cuando el matrimonio ya llevaba
algún tiempo dentro de la casa.
—Ya puedes salir —ordenó Daniel. En esta ocasión no sentí su voz: por primera
vez en mi vida la escuché. No provenía de una serie de gestos y movimientos
que conjuntados se metieran como una brisa en forma de idea a alguno de mis